La
increíble vida de Walter Mitty es
una película perfecta para empezar el año. No digo que sea, en efecto, perfecta
ni muchísimo menos, digo que se presta y combina -como el pavo, como el champagne- con el estado de ánimo que
necesitamos estos días y que es una buena cinta para arrancar el 2014. Su
mensaje, la moraleja que no se incomoda en disimilar ni por un segundo, es
justamente ese: tu vida tiene que empezar en algún momento y no hay mejor
momento que este momento. Ahora. Ya.
Walter Mitty es un tipo más que normal, cuarentón,
silencioso y gris, de esos a los que basta mirar una sola vez para saber que
nunca le robaron un beso a nadie, que en sus exámenes de sangre sobra rutina y
faltan aventuras. Y bueno, esta es la historia de sus primeras aventuras, un
poco exageradas e increíbles queriendo decir con esto que resultan difíciles de
creer; como dice uno de los personajes hacia el final de la cinta, “te veo y parece
que Indiana Jones se mezcló con el vocalista de los Strokes”. Y quizás el
exceso de fantasía y efectos especiales colabore con el desapego que tarde o
temprano viaja de la pantalla a las butacas, pero el buen Walter tiene algo a
su favor: está tratando de subirle el volumen a su voz interior, de mejorar su
biografía mientras aún le queden páginas en blanco y en esas, más o menos, estamos
todos, ¿no? Pienso en una frase del libro Los
jardines de Kensington, del escritor argentino Rodrigo Fresán: la clave
para una gran vida está en inventarse primero a uno mismo y recién después a
los demás… la mayoría de las personas lo hacen al revés… y se mueren sin haber
sido nada más que visitantes a un museo cuando podrían haber optado por ser
obras de arte. Cuando encontramos a Walter está en la dura transición de
turista en museo a obra de arte. No es fácil, pero ahí está Ben Stiller,
director y protagonista de la película, cargado de buenas intenciones como
siempre, empujando desde la vanguardia apta para todo público las causas del
héroe que ha decidido interpretar en esta ocasión; y ahí está la cada vez más
hermosa Kristen Wiig, encantadora desde el principio, una pelada tan bacán que
evidentemente es producto de la ficción y nada, te enamoras igual; y ahí están,
también, Sean Penn y su personaje, un aventurero de verdad, un hombre sin
celular ni laptop que detona la búsqueda, esta sí increíble, que conduce a
Walter a lo largo y ancho de la cinta y de paso nos va llevando hacia nuestro
propio reflejo.
Y sí, quizás exagero, pero el año recién empieza y
quiero ser optimista mientras pueda y esta película me ha hecho sentir que hay
cosas allá afuera que debo salir a buscar. Aunque 2014 suene a mucho, no es
tanto: por lo menos no es demasiado tarde.
(El Diario)
La finesse des rêves.
ResponderEliminarDans le
calme de la
nuit la couleur
de la neige
rappelle la
mémoire d'une
pensée fugitive.
Francesco Sinibaldi