Estamos en Greenpoint, al extremo norte
de Brooklyn, uno de esos sitios que en los últimos años ha sido colonizado por
hipsters que usan sombrero, escuchan vinilos y montan bicicletas antiguas. El
bar se llama Achilles Heel y está en el número 180 de West Street, en la
esquina con Green Street. El hombre que está sentado a la barra bebiendo un
Jameson en las rocas se llama John Aldrich, tiene 34 años y es periodista.
Esta noche John Aldrich se siente viejo.
Anciano, casi. Un poco muerto. Mira a su alrededor y todo le parece ajeno, como
si fuera parte de otro tiempo, de otro mundo. Es incapaz de reconocer la música
que pone el DJ porque cada canción le suena igual a la anterior o a la
siguiente: ese, sin duda, es un síntoma de senilidad. Sabe que el tipo que está
sentado en una de las mesas es el baterista o el guitarrista de Blonde Readhead,
pero no recuerda los nombres de los miembros ni cuáles son los hits de la banda. Lee las palabras The War
On Drugs en una camiseta, sabe que se trata de una banda actual, pero él nunca
la ha escuchado.
John Aldrich escribe en su libreta como
otras personas deslizan sus dedos por la pantalla de sus teléfonos, para que no
se note que no tiene mucho más que hacer. Piensa que ésta será otra de esas
noches en las que beberá lo suficiente como para poder caminar de vuelta hasta
la estación del Subway y regresar a casa sin quedarse dormido en el tren. Aún
no sabe que lo que está a punto de pasarle es algo que ha estado esperando por
demasiado tiempo, algo que pensaba que ya no le iba a suceder. Como todos los
eventos que maniobran el rumbo de nuestras vidas, este pasa por casualidad.
Ryû Frisk tiene 29 años. Cuando la gente
le pregunta a qué se dedica, suele decir que es una bióloga que se especializa
en el estudio de las hormigas. Nunca, o casi nunca, usa las palabras entomóloga o mucho menos mirmecóloga para definir su profesión. Es
más, si habla de trabajo, suele hacerlo entre bromas, y dice, por ejemplo, que
se la pasa matando hormigas en un laboratorio. Luego ríe. Se ríe de una manera discreta
y traviesa, hundiendo la cara entre los hombros. La madre de Ryû Frisk es
japonesa, su padre es sueco y ella habla con acento francés. A John Aldrich le
bastan unos cuantos segundos para reconocer que esa mezcla de genes es
perfecta.
John Aldrich y Ryû Frisk se sientan a la
mesa que está al fondo del Achilles Heels, donde la barra hace una curva y se incrusta
en la pared. Ella toma cerveza. Él ordena un mezcal reposado. Ella come pedazos
de fruta picada. Él pide otro mezcal.
El pelo de Ryû Frisk es lacio, oscuro, y
le cae hasta por debajo de los hombros. Lleva una camiseta sin mangas que deja
ver los tirantes del sostén, jeans gastados y remangados sobre los talones. Usa
zapatos deportivos, sin medias. Su sonrisa es breve, fugaz y brillante, un
meteorito envuelto en llamas que alumbra el bar y se refleja en las aguas del East
River. Sus ojos son apenas rasgados, la nariz respingada y corta: el fantasma
de la electricidad aullando en los huesos de su rostro. John Aldrich presiente
que los senos de Ryû Frisk cabrían enteros en las palmas de sus manos. Es la
primera vez en mucho tiempo que este hombre se siente atraído por una mujer de
esta manera incontenible. Habían pasado años desde la última vez que John Aldrich
vio a una mujer de esta forma: como si fuera el comienzo y el fin del mundo,
como si no hubiera nada más allá. La maldición por fin se ha terminado, piensa
John Aldrich. Sus ojos son capaces de masticar la belleza otra vez. Su corazón se
salta un latido.
(SoHo)
2 comentarios:
¿Ella existe de verdad, verdad?
Me la imaginé entera. Mirmecóloga, mata hormigas, medio rasgada de ojos, sonrisa ligera (escribiste discreta y también breve), nariz corta (uy, ¡me dibujé su nariz!), comedora de frutas.
Lo siguiente que hice fue 'googlear' su nombre, pero salió cualquier disparate.
¿Existe?
¿Existe?
...Y bueno. Da igual. Si acaso existe, ¿qué?
Entre Greenpoint y Tumbaco debe haber un abismo...
excelente forma de escribir, acabo de llegar a mi apartaestudios medellin y me encuentro con tu trabajo, sinceramente bravo
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