Hoy es viernes y son casi las seis de la
tarde. Decidí venir a esta función porque pensé que estaría más o menos vacía,
que a estas horas la gente seguiría en sus trabajos o habría empezado ya a
consumirse en el fin de semana. Pero no. La sala está prácticamente llena y entre
el público se distingue una clara mayoría de hombres jóvenes que llevan lentes,
pelo largo y camisetas de Megadeth o Mario Bros: una raza noble de metaleros
que además son gamers y leen cómics.
Bien. También hay mujeres jóvenes, pero menos, y se nota que varias de ellas le
están haciendo a sus amigos o novios un favor que luego podrán cobrar.
Ésta es la décima ocasión en la que el
australiano Hugh Jackman hace el papel de Wolverine, también conocido como
Logan. Y quizás sea la última: hasta los inmortales deben saber cuándo ha sido
suficiente. Lo encontramos más deprimido, cínico e intoxicado que de costumbre.
De hecho, esta pudo haber sido una gran película sobre un alcohólico
tambaleando al filo de la muerte. Y de muchas maneras, cumpliendo además con
las reglas del género de superhéroes, la cinta va de eso: un hombre que ya no
sabe qué hacer consigo mismo y sólo quiere que alguien apague las luces pronto
porque él, condenado a la eternidad, no ha podido hasta ahora apagarlas por su
cuenta.
Logan
sucede en el futuro
cercano, el año 2029 (o sea, pasado mañana), cuando se supone los mutantes han
sido completamente exterminados del mundo, pero claro, la verdad es otra:
todavía existen y están más cerca de lo que creemos. En una época de
franquicias infinitas, los estudios Marvel se han encargado de sembrar la
semilla de toda una nueva posible generación de X-Men. Y esto bien puede ser lo
mejor de la película. Desde que aparece Laura, una niña pequeña que ha heredado
los poderes y el mal carácter de Logan, su padre, la cinta rejuvenece y cobra
importancia. Se nos permite ver de cerca la esencia aún no domesticada de una
criatura que todavía no sabe lo que es capaz de hacer.
Las secuencias de acción, frecuentes,
dramáticas y feroces, nos obligan a entender que Logan no podrá continuar con
ese ritmo caníbal por mucho más tiempo, pero la pequeña Laura tendrá que
hacerlo. Hay una secuencia en particular, a la altura de la mitad de la
historia, que la revela como una fuerza de la naturaleza que sólo puede morir o
matar. Y además hay en Laura una buena parte de los conflictos que envuelven a
los mutantes: soy distinta, la gente no me quiere, no me acepta, la gente me
tiene miedo y cuando la gente tiene miedo reacciona de maneras violentas así
que voy a tener que protegerme. Laura, que pasa en silencio casi toda la
película (su sola presencia llena la pantalla), que se defiende con garras de
acero y no con palabras, da sus primeros pasos como una princesa criada en el
campo de batalla.
Al final, como de costumbre en una producción
de Marvel, la gente se queda en sus asientos esperando el avance de la próxima
cinta, pero suena Johnny Cash y corren los créditos y no hay nada más. Alguien
dice: creo que voy a llorar. La pantalla en negro. La página en blanco.
(El Diario Manabita)
3 comentarios:
Te iba a decir lo importante que es para mi X Men, que lloré al ver que no había nada más después de los créditos. Pero nada de eso tiene sentido, porque no sé si eres o no fan de X Men. ¿Sabías que el cómic de Wolverine salió antes que los X Men? ¿Qué habemos muchas chicas que hemos ido al cine a ver todas las películas tres veces al menos? Mi mejor amiga y yo hacemos maratones cada vez que sale una nueva. Yo crecí leyendo X Men y Wolverine, tengo casi 36 y te aseguro que así debe acabarse la saga.
hey!
perdona que responda tan tarde.
gracias por tus palabras y por toda la info
me dan ganas de ponerme a leer ya!
saludes
jfa
yo cuando la vi me sentía justo como en la escena donde logan después de enterrar a charles golpea la camioneta. casi lloro también pero no puedo, miento, a veces digo que estoy triste pero sé que es la rabia. soy hincha de logan casi al mismo nivel que de rorschach o dead pool. salud_os, buen blog!!!!!!!!!!!!!!
Publicar un comentario