Ayer vi una película que reafirmó mi fe. El director Josh Trank y el guionista Max Landis, ambos de veintisiete años recién cumplidos, me demostraron que aún queda cine turbulento en Hollywood, cine casi suicida, y lo hicieron contando la historia de un adolescente roto por dentro que a partir de un misterioso hallazgo –que supongo extraterrestre– adquiere superpoderes.
Andrew es uno de esos freaks que todo colegio norteamericano requiere en su hábitat, marginado, débil, más callado de lo recomendable y tan frágil que resulta incómodo. En casa, las cosas no son mucho mejores, su madre está en cama presa de una enfermedad que le impide respirar y su padre, un bombero retirado a la fuerza por culpa de un accidente, se toma la vida de cerveza en cerveza y aparece borracho a las siete de la mañana. Andrew tiene todo en contra y capaz haya estado perdido desde antes, desde que decidió aceptar el papel de raro y tímido en una sociedad que necesita carne de cañón.
La noche del misterioso hallazgo, Andrew está con su primo Matt, lo más cercano que tiene a un amigo, y con Steve, el próximo presidente de la escuela. Los tres deciden mantener en secreto su telequinesia (desplazamiento de objetos sin causa física observable según el diccionario) y al principio la usan como lo haría cualquier adolescente, para levantarle la falda a las porristas y jugarle bromas pesadas a las señoras que hacen compras en el supermercado. En esto, los diálogos escritos por Landis son clave, la dinámica inmadura y el lívido desatado nos mantienen con los pies en la tierra, nos convencen de que nada demasiado extraño está pasando después de todo, hasta que Andrew descubre que sus poderes no lo ayudarán consigo mismo y se convierte en un monstruo.
Andrew aprende a volar, a destruir autos, a arrancarle los dientes a los compañeros que se le cargan, y llega a una conclusión: él es un depredador Alfa, y así como la gente normal no se siente culpable cuando aplasta a una mosca, no tiene por qué sentir pena por los que lo aplastaron cuando él estaba por debajo de ellos en la cadena alimenticia. Poder sin límites, contada desde la perspectiva de cámaras caseras, de vigilancia y celulares, explota en todos los sentidos y alimenta el mito del superhéroe trágico. Superman no podrá volver a Krypton así logre salvar la tierra, Batman no revivirá a sus padres así encarcele a todos los delincuentes del mundo. Y la vida de Andrew no va a mejorar, su padre lo seguirá golpeando, su madre seguirá enferma, él nunca estará de nuestro lado.
(El Diario, 04/03/12)
2 comentarios:
Bacán, Pika. Que bueno que te haya gustado. A mi me encantó esta peli.
SC
Superbad con X-Men, ya me robaron todas las ideas!
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