12.07.2015

Ryû Frisk


Estamos en Greenpoint, al extremo norte de Brooklyn, uno de esos sitios que en los últimos años ha sido colonizado por hipsters que usan sombrero, escuchan vinilos y montan bicicletas antiguas. El bar se llama Achilles Heel y está en el número 180 de West Street, en la esquina con Green Street. El hombre que está sentado a la barra bebiendo un Jameson en las rocas se llama John Aldrich, tiene 34 años y es periodista.

Esta noche John Aldrich se siente viejo. Anciano, casi. Un poco muerto. Mira a su alrededor y todo le parece ajeno, como si fuera parte de otro tiempo, de otro mundo. Es incapaz de reconocer la música que pone el DJ porque cada canción le suena igual a la anterior o a la siguiente: ese, sin duda, es un síntoma de senilidad. Sabe que el tipo que está sentado en una de las mesas es el baterista o el guitarrista de Blonde Readhead, pero no recuerda los nombres de los miembros ni cuáles son los hits de la banda. Lee las palabras The War On Drugs en una camiseta, sabe que se trata de una banda actual, pero él nunca la ha escuchado.  

John Aldrich escribe en su libreta como otras personas deslizan sus dedos por la pantalla de sus teléfonos, para que no se note que no tiene mucho más que hacer. Piensa que ésta será otra de esas noches en las que beberá lo suficiente como para poder caminar de vuelta hasta la estación del Subway y regresar a casa sin quedarse dormido en el tren. Aún no sabe que lo que está a punto de pasarle es algo que ha estado esperando por demasiado tiempo, algo que pensaba que ya no le iba a suceder. Como todos los eventos que maniobran el rumbo de nuestras vidas, este pasa por casualidad.

Ryû Frisk tiene 29 años. Cuando la gente le pregunta a qué se dedica, suele decir que es una bióloga que se especializa en el estudio de las hormigas. Nunca, o casi nunca, usa las palabras entomóloga o mucho menos mirmecóloga para definir su profesión. Es más, si habla de trabajo, suele hacerlo entre bromas, y dice, por ejemplo, que se la pasa matando hormigas en un laboratorio. Luego ríe. Se ríe de una manera discreta y traviesa, hundiendo la cara entre los hombros. La madre de Ryû Frisk es japonesa, su padre es sueco y ella habla con acento francés. A John Aldrich le bastan unos cuantos segundos para reconocer que esa mezcla de genes es perfecta.

John Aldrich y Ryû Frisk se sientan a la mesa que está al fondo del Achilles Heels, donde la barra hace una curva y se incrusta en la pared. Ella toma cerveza. Él ordena un mezcal reposado. Ella come pedazos de fruta picada. Él pide otro mezcal.

El pelo de Ryû Frisk es lacio, oscuro, y le cae hasta por debajo de los hombros. Lleva una camiseta sin mangas que deja ver los tirantes del sostén, jeans gastados y remangados sobre los talones. Usa zapatos deportivos, sin medias. Su sonrisa es breve, fugaz y brillante, un meteorito envuelto en llamas que alumbra el bar y se refleja en las aguas del East River. Sus ojos son apenas rasgados, la nariz respingada y corta: el fantasma de la electricidad aullando en los huesos de su rostro. John Aldrich presiente que los senos de Ryû Frisk cabrían enteros en las palmas de sus manos. Es la primera vez en mucho tiempo que este hombre se siente atraído por una mujer de esta manera incontenible. Habían pasado años desde la última vez que John Aldrich vio a una mujer de esta forma: como si fuera el comienzo y el fin del mundo, como si no hubiera nada más allá. La maldición por fin se ha terminado, piensa John Aldrich. Sus ojos son capaces de masticar la belleza otra vez. Su corazón se salta un latido.

(SoHo)    

2 comentarios:

Juan F dijo...

¿Ella existe de verdad, verdad?
Me la imaginé entera. Mirmecóloga, mata hormigas, medio rasgada de ojos, sonrisa ligera (escribiste discreta y también breve), nariz corta (uy, ¡me dibujé su nariz!), comedora de frutas.
Lo siguiente que hice fue 'googlear' su nombre, pero salió cualquier disparate.
¿Existe?
¿Existe?
...Y bueno. Da igual. Si acaso existe, ¿qué?
Entre Greenpoint y Tumbaco debe haber un abismo...

Unknown dijo...

excelente forma de escribir, acabo de llegar a mi apartaestudios medellin y me encuentro con tu trabajo, sinceramente bravo