12.15.2009

Badass


The Bad Lieutenant: Port of Call – New Orleans (Werner Herzog, 2009) no es exactamente un remake de Bad Lieutenant (Abel Ferrara, 1992), más bien es un cover y uno muy bueno. En el guión de la versión Herzog trabajaron William M. Finklstein (que lleva más de diez años escribiendo capítulos de series policiales como L. A. Law, NYPD Blue y Law & Order), Víctor Argo y Paul Calderón, éstos dos últimos también escribieron la versión Ferrara y queda claro que no han querido repetirse sino ver qué más había por ahí. Primero cambiaron New York por la New Orleans post Katrina, segundo, cambiaron a Harvey Keitel por Nicolas Cage y tercero, acaso el cambio más trascendental, cambiaron la figura oscura y marginal de un policía corrupto y decadente al que nadie regresa a mirar, por la de un policía igual de corrupto e igual de decadente que ante la mirada oficial es un héroe.


Ambas versiones son dañadas pero la representación de la maldad varía de la una a la otra. El Lieutenant de Keitel, que dicho sea de paso no tiene más nombre que su rango, es un tipo callado que sí, explota a menudo, pero trata de manejarse a bajo volumen en la medida de lo posible para poder pasar desapercibido y hacer la suya. El Lieutenant de Cage, que responde como puede al nombre de Terence McDonagh, goes to eleven, está siempre pegado al techo, al borde de la sobreactuación más ridícula y, sin embargo, Cage lo logra, logra mantener la tensión de su personaje mediante acrobacias casi circenses. Keitel me hace pensar en un tipo cabreado que, más o menos, todo lo que quiere es que lo dejen en paz para poder tomar vodka, fumar algo de crack, apostar en pos de dinero fácil e irse de putas; ese Lieutenant está atrapado en el ocaso de la sociedad que lo rodea y trata de pisar antes de que lo pisen. Cage, en cambio, está absolutamente embalado, se cree indestructible y, al mismo tiempo, es presa de sus debilidades y combate su fragilidad apoyado en sus vicios, que son los mismos de Keitel. Ambos personajes, sin embargo, se encuentran en un punto del universo: saben lo mal que están pero no harán nada para cambiar porque eso sería dejar de ser lo que son. Pueden mentirle a los demás, pero no a sí mismos.


Por otro lado, tenemos las visiones de Ferrara y Herzog, que lejos de enfrentarse se encuentran en momentos afortunados, aunque cada una tenga su look y su intención. La dirección de Ferrara tiene algo del Scorsese de Taxi Driver (ahora que lo pienso, el Lieutenant es como un Travis Bickle derrotado por las circunstancias que no cree en la redención) y es, tal vez, el comienzo de la soledad irremediable, alucinada e intoxicada que tan bien explotó en la gran The Blackout (1997). Y Herzog, aunque suene raro, decidió darle una onda medio Fear and Loathing a su versión del Lieutenant. La película de Herzog te convence de que Nicolas Cage está en algo todo el tiempo, hasta cuando duerme; como si la sobriedad fuese un estado imposible, insoportable y, además, inútil para un personaje que necesita cierta distancia de la realidad para cumplir con su trabajo. No es que Cage se la pase nadando en charcos imaginarios y conversando con dinosaurios, pero sí se le aparecen iguanas y la manera en que lo encuadran y en que lo iluminan da para pensar que vive en un lugar que no es este en el que vivimos nosotros (el New York de Ferrara, en cambio, es absolutamente creíble). El trabajo del fotógrafo checo Peter Zeitlinger (hombre de confianza de Herzog) es excepcional, tan bien logrado y liberado de prejuicios que da para pensar que la industria no es el enemigo sino un aliado poderoso al que es preciso domar.


2 comentarios:

J. José Alomía dijo...

Que hubo Pescado...
Acabo de leer HD. Bacan, loco. Una bestia, felicitaciones.

Juan Fernando Andrade dijo...

hola Juan José,

todo bien. instalado en la costa x las fiestas, relax.

q bacán q t haya gustado HD. gracias x tus palabras... vamos ahí!!