Woody Allen tenía 22 años cuando vio El séptimo sello, la película sueca dirigida por Igmar Bergman que cambió su vida. En ella, un Caballero que regresa a casa de las cruzadas se encuentra con la Muerte que viene a reclamarlo, y la reta a una partida de ajedrez para salvarse. Mientras juegan cuestionan el universo entero, el silencio de Dios y el propósito de un mundo cargado de plagas. Esa noche, Woody salió del cine convencido de que había visto una cinta perfecta que ningún otro drama podría superar jamás. Y confirmó su destino en la comedia.
Cuando Bergman murió, en el 2007, Woody escribió un articulo para el New York Times en el que dijo muchas cosas maravillosas del director sueco y aprovechó para confesarse, “Bergman hizo más de 60 películas a lo largo de su vida, yo he hecho 38. Si no puedo alcanzar su calidad, por lo menos me acercaré a su cantidad” El año pasado se estrenó Medianoche en París, la película número 43 de Allen, una de sus comedias más efectivas, jugadas y, contra las sospechas de los productores que pospusieron su rodaje durante años por motivos económicos, la cinta más taquillera de su carrera hasta la fecha. Supongo que es fácil decirle que no a la historia de un escritor californiano que, mientras está de vacaciones en París con su prometida y sus futuros suegros, gente de clase alta y republicana, descubre que cuando el reloj marca las 00h00 puede viajar en el tiempo y encontrarse con los genios que lo inspiraron a escribir en primer lugar, Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald, T. S. Elliot, sin contar con ir a fiestas en las que toca el piano Cole Porter y enamorarse de una mujer preciosa que volvió loco a Picasso. En las manos de cualquier otra persona estos elementos hubiesen sido la clave del desastre, pero Woody lo logró (no siempre lo logra, pero cuando lo hace, mata) haciendo lo que suele hacer: escribir y dirigir la película que le gustaría ver. Durante una conversación telefónica, Bergman le dijo a Woody, “Me molesta que a la gente no le guste una de mis películas, pero eso me dura unos 30 segundos”. El director neoyorquino piensa igual y por eso mantiene la sana costumbre de rodar una cinta al año sin preocuparse demasiado por el futuro o por el pasado.
Medianoche en París le gustó a todo el mundo y ha recibido 4 nominaciones al Oscar este año, incluyendo mejor director, mejor guión y mejor película. Woody no irá a la ceremonia porque jamás lo ha hecho (con la excepción del 2002, post 911) pero es obvio que ya ganó. Con 76 calendarios encima, es el cineasta más libre de todos.
(El Diario, 19/02/12)
3 comentarios:
Chévere texto. Woody es lo que hay!
pero si no quiere el Oscar porque suscribe su peli a participar en ellos? pregunta retórica, ahórrate la respuesta
hey!
espero q todos estemos contentos. 25 años después de su último Oscar por Hannah and her sisters, Woody se lo lleva de nuevo como mejor guionista. aunque a él no le importe mucho, nosotros brindamos.
saludes...
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