3.12.2012

Hablando de cine con Fotograma


A quince días de su estreno en salas nacionales, post Cartagena, Miami y Guadalajara, hablo con Carlos Fidel Intriago sobre Pescador y anexos para la revista Fotograma. La edición impresa estará disponible a partir del próximo 20 de marzo en las principales librerías del país.



¿Qué queda de aquella crónica de SoHo en la película PESCADOR?

Queda el punto de partida de una película honrada y divertida.

A lo largo de casi tres años trabajando en el guión me pregunté muchas veces qué habría pasado si hubiésemos tomado un camino, por así decirlo, más fiel a la crónica. El personaje de aquella historia es –¿era?– más seguro de sí mismo, un vividor que no se cuestiona nada de lo que hace: cosas con las que no me relaciono por sufrir de una inseguridad crónica.

Para crear a Blanquito me fui hacia el otro lado, pensé en un tipo lleno de dudas que descubre verdades de tumbo en tumbo y aprende de lo que le pasa al despertar del golpe que lo dejó noqueado. Una de las cosas que más me enorgullecen de Blanquito es que actúa por instinto, a ratos es primitivo como un niño, irracional y contradictorio, rasgos que por lo menos a mi parecer lo hacen humano.

Mis cuestionamientos llegaron hasta el primer día de rodaje. Cuando vi a Sebastián trabajar hombro a hombro con Andrés Crespo (Blanquito) supe que el guión estaba en buenas manos, que ambos lo llevarían hasta donde quisieran llevarlo y que ese camino sólo podía mejorar nuestro plan de vuelo. Así fue.

Del guión, ¿qué consideras tuyo y qué de Sebastián Cordero?

Quienes conocen el trabajo de Sebastián –que son muchos– y el mío –que son pocos– no tendrán problemas en reconocer ambos estilos trabajando juntos.

Sebastián tiene un sentido del drama bastante desarrollado, domina el ritmo cinematográfico mejor que su pulso cardiaco y hace que las cosas estén en su lugar aún cuando no siempre tuvieron un lugar dónde estar.

Yo trabajo un poco a tientas, probando cosas, tratando de que los personajes hablen por sí solos. Este “sistema” es bastante propenso al error, pero prefiero caer en excesos personales que seguir ese camino aburrido hacia la película “redonda” y “perfecta” donde todo funciona como reloj suizo: perdón, pero la vida no es así.

Conclusión: lo que parece racional es de Cordero y el resto es mío. Eso sí, yo soy el culpable de que no se muera nadie, un verdadero logro si tomamos en cuenta los antecedentes de nuestro querido director.

A partir de la llamada de Cordero para trabajar en una película basada en tu crónica, ves una película en cada escrito tuyo?

A veces, cuando estoy con el disfraz de prensa mediocre y corrupta, pienso “esta investigación sería una buena película”, porque los periodistas tienen algo de detectives, les pasan cosas emocionantes y estoy medio obsesionado con el making of, pero tampoco me vuelvo loco con eso.

Pienso en libros, películas y canciones (pilas que se viene el nuevo disco de Los Pescados). Es curioso pero suelo definir el formato de una historia mucho antes de sentarme a escribirla. Igual intuyo que me equivoco con frecuencia, mucha gente me dice “tu novela parece una peli, se lee de una” o “tu guión parece una novela, qué pereza”.

La crónica tiene ventajas prácticas, te remites a la verdad, trabajas con editores más experimentados que tú y, algo valiosísimo para mí, tienes que cumplir con fechas de cierre y no te puedes dar el lujo de pensar mil veces cada frase. Además, sabes que tienes que escribir otra pronto para poder pagar la luz, así que no hay mucho chance de sufrir si la anterior salió mal.

Un guión, por lo menos uno ecuatoriano, tiene problemas desde que nace, uno debe pensar en el número de personajes, locaciones, equipo técnico, etc., una verdadera tragedia. Pero, al mismo tiempo, son esas circunstancias adversas las que te obligan a fajarte como el supuesto trabajador creativo que eres. En mi experiencia no hay nada que no se logre con la reescritura. Pero ojo, si llevas un año tratando de resolver la misma idea, quizás lo mejor sea cambiar de idea.

Me gustaría suponer que las novelas serán mi gran venganza, el lugar donde todos mis deseos se harán realidad sin que importe mucho que incluyan helicópteros o naves espaciales. Eso es, claro, si algún día vuelvo a escribir una.

Guionista o Periodista?

Rockstar cantonal. Nada se compara a tocar la batería en vivo. Es, presiento, lo que Edward Norton y Brad Pitt sienten cuando se sacan la batimadre en Fight Club. Lamentablemente, tener una banda es más difícil que hacer una película o escribir una novela. Pero ahí vamos.

PESCADOR significa para el Cine Ecuatoriano una de las pocas películas en las que el guión en principio no es del mismo director. ¿Llegaremos a tener guionistas estrictamente dedicados a la profesión?

No deja de sorprenderme la cantidad de directores que ha parido y sigue pariendo la patria, la verdad me parece que dirigir involucra una cantidad infame de trabajo, mucho más en el tercer mundo, y sin embargo la gente se muere por hacerlo, ¿será porque los directores son los que seguro viajan a los festivales de cine?

Al no tener una “industria”, los proyectos se originan de manera personal, un director que escribió un guión quiere contar su historia y para eso necesita un equipo. Por lo pronto no veo que los realizadores ecuatorianos estén interesados en contar las historias de otros, de hecho, quizás Cordero sea el único. Y todo bien, cada uno-cada uno.

Dicho esto, post-Pescador y tratando de escribir un nuevo guión, entiendo que la única forma de llevar tus pensamientos y opiniones al cine –si tal cosa es posible– sin interferencias es ponerte en la silla del director.

Por ahora me siento más cómodo escribiendo, odio madrugar, mis habilidades sociales son prácticamente nulas y para dirigir necesitas levantarte temprano y hablar con gente, con mucha gente. Así que, por mi bien, espero que hayan más directores interesados en trabajar con guionistas y, por lo tanto, más guionistas.

Como crítico, según los últimos estrenos nacionales, cómo vez la construcción de las historias del cine ecuatoriano?

Yo no hago crítica, no estoy equipado para eso, hago barra. Si me gusta una película trato de explicar por qué me gustó con la intención, quizás ingenua, de que a otra persona le ocurra lo mismo. Si no me gustó, trato de desenmascarar a los chantas de la misma manera.

Insisto en que son historias personales y, en muchos casos, autobiográficas, lo que funciona perfectamente cuando la gente es sincera con sus memorias y no le importa quedar mal parada ante los demás. Las películas más taquilleras y atacadas de nuestro país, “Qué tan lejos”, “Prometeo deportado” y “A tus espaldas”, tienen momentos brillantes que se sienten genuinos y permiten que la audiencia se reconozca en los personajes. Por otro lado, cintas como “Impulso” o “Cuando me toque a mí” tienen una identidad más individual pero igual de honesta, y aunque no hayan tenido el mismo recibimiento en taquilla amplían el espectro del cine nacional, lo que sólo puede ser bueno.

Es demasiado pronto para generalizar sobre un “método” de escritura de guiones, como que nos andamos buscando, ¿no? Me gustaría pensar que la gente escribe y hace las películas que quiere ver, pero no me consta.

10 películas que hay que ver antes de morir.

Para la eterna pregunta, la eterna respuesta: no lo sé. Serían por lo menos cien. Pero intentemos algo, voy a suponer que el mundo se va acabar en diez películas, que quiero irme de aquí con una sonrisa en la cara y que sólo puedo escoger de entre lo que hay en mi cuarto en este preciso instante. Conociéndome, vería las sospechosas de siempre.

The Apartment (y todas las de Billy Wilder), Annie Hall (y todas las de Woody Allen), High Fidelity, The Big Lebowsky, The Empire Strikes Back, Barfly, Rushmore, The Dark Knight, Synecdoche New York, The Social Network.

Synecdoche… sería la última, esperaría a que la voz en off le diga a Philip Seymour Hoffman “muere” para dar mi último suspiro.

Películas que consideres un error haber visto.

Durante años tuve y mantuve la siguiente filosofía: es mejor ver una película mala a no ver ninguna. Ya no tengo esa paciencia. No podría enumerar las que me han hecho dar ganas de sacarme los ojos porque he tenido la fortuna de olvidarlas. Pero puedo decir que ya no tengo que probarle nada a nadie.

Cuando estaba en la universidad vi muchas cosas que “tienen” que gustarle a un estudiante de cine, cosas por lo general largas, aburridas e incoherentes, varias de ellas adornadas con palmas de esto y osos de aquello. La era del horror se acabó, ahora tengo la fuerza para parar las películas que no me gustan y pasar a otra cosa: casi siempre, ver de nuevo mis favoritas y descubrir algo que no había visto antes.

¿Te ha pasado que compras diez películas, de las cuales nueve han sido premiadas en Cannes, Venecia o Berlín, y una es con Adam Sandler, y sólo vez la de Adam Sandler? Últimamente me pasa muy a menudo.

Te atreves a mocionar una película como la mejor del cine ecuatoriano? / ¿Cuál es y por qué?

Para mí esa película siempre será Ratas, Ratones, Rateros. En su primera película, Cordero demostró que se puede hablar del Ecuador sin mentiras, que somos más interesantes de lo que nos quieren hacer creer, que no hay grandes temas ni frivolidades absurdas sino películas bien hechas y películas mal hechas. En Ratas… hay gente real con problemas y sentimientos reales, algo sin precedentes en la producción nacional.

A más de diez años de su estreno, la gente sigue tomando a Ratas… como una referencia, varias de las películas que van a salir este año son evidentemente sus parientes y han heredado lo mejor de ella. Me refiero a Mejor no hablar (de ciertas cosas) de Javier Andrade –sí, es mi hermano y le tengo pica, pero el hombre ha hecho un peliculón, qué le vamos a hacer– y Sin otoño, sin primavera, de Iván Mora Manzano, una historia tan cruda como sentida y cercana.

Pero si la profecía es cierta y al final sólo quedará uno, no me cabe duda que ese gran director que hará famoso o tristemente célebre al Ecuador es Mateo “Mat Max” Herrera. A este ritmo hará tantas películas que una de ellas será la que nos defina y nos reúna a todos.

De la película en su corte final, qué no te gustó o hubieses cambiado comparado con el guión?

La vida real es una cosa de muy mal gusto, por eso hay que aprovechar el arte para editarla, corregirla y mejorarla. Prefiero las películas donde los personajes terminan bien y defiendo el final feliz. Me habría encantado que Blanquito acabara enamorado y mejor acomodado de lo que acaba, pero francamente eso no era muy lógico en el universo que habíamos creado: un lugar que lo tiene rebotando de allá para acá. Cordero le dio una vuelta magnífica, construida con puntos suspensivos, es un chico con talento y mucho futuro.

Sería increíble vivir en una película, como Mia Farrow en The Purple Rose of Cairo, con toda esa gente elegante y atractiva, pero no se puede. Además, la vida real es el único sitio donde venden mariscos.

(Fotograma, #7, marzo-2012)

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4 comentarios:

Danielo dijo...

Buenísimo.

Memo dijo...

¡Ídolo, Juan Fernando!

Juan Fernando Andrade dijo...

broderes, gracias x la buena onda! pilas q c viene Pescador con todo lo q es todo. 30/03/12, sólo en cines.

Anónimo dijo...

no puedo esperar para verla !!! eres grande Juan Fernando Andrade !!!