Richard Gere está sentado a una mesa del lado derecho de la cantina, lo acompañan dos mujeres demasiado maquilladas y demasiado botoxeadas que le dicen a la gente que él no es quien es, mientras tanto, Richard Gere se hace el desentendido y acaricia el lomo de un perro. Christian Bale vuelve a decir lo mismo: no era yo, era John Connor, tienen que entender que estaba en personaje, soy un actor, I can’t believe this fucking shit followed me down here! El pequeño Marcus Carl Franklin, que se ha estirado una barbaridad, está en otra, después de todo, está en México y puede beber y las chavas lo persiguen. Ben Whishaw recita poemas de Arthur Rimbaud y le regala frasquitos de perfume a quienes se detienen un momento para escucharlo. No importa cuánto se lo pidan, no lo hará, Cate Blanchett no se pondrá una media entre las piernas para mostrarle a la afición como camina un hombre de verdad. Cate Blanchett no es una freak de circo. Cate Blanchett se pone más guapa cada vez que la ves. Alguien pregunta why so serious? y el cariño vuelve en forma de recuerdo. Rodrigo Fresán y Ray Loriga están de pie frente al estrecho escenario, mirando los instrumentos, los ampis, los pedales, los cables, lo miran todo y apuntan marcas, modelos y números de serie. Se nota que Loriga es mi querido Watson porque Fresán es tan alto que sólo se lo puede ver desde abajo. Parados alrededor de una rocola destartalada que suelta temas de Los Lobos están Todd Haynes, David Fricke y Nick Hornby, en pleno concurso de trivia, el que pierda va a tener que arrastrarse de la borrachera. Andrés Calamaro toma mate arrimado a la barra, tranqui, relax, en la más todos saldremos vivos de aquí. Tal vez, no puedo asegurarlo. Pero si salimos, seremos mejores, que no quepa la menor duda. Keith Richards bota humo por la boca y le dice a Martin Scorsese que, aunque no terminó de verla, Los Infiltrados es un peliculón y que por favor se suelte el nudo de la corbata y tenga la decencia de mandarse un trago como Dios manda, que para eso tiene sangre italiana. El rumor es que Joan Baez vendrá cuando la tocada haya empezado y se marchará antes de que termine, dicen que siempre hace lo mismo. Jack White se da cuenta de que la verdadera conquista es esta, estar aquí y ahora, be here now, el ala de su sombrero esconde sus ojos, lo que no quiere decir que estén cerrados, todo lo contrario, más bien. Sebastián Cordero se ataja un shot de mezcal, dice que ya encargó por amazon la edición triple: el álbum, the lost interview con Roy Silver y un capítulo entero del Theme Time Radio Hour. Me cuenta, en corto, que una vez abandonó un rodaje antes de tiempo para poder llegar a una escala del Never Ending Tour en otro continente. Este man sabe establecer bien las prioridades, puedo confiar en él, concluyo.
Yo estoy sentado justo en el centro, en la mitad de la cantina, con Miguel “Mickey Ramone” Pazmiño y Luis Alberto “Dr. Lou” Borja. Ya van dos cervezas y un tequila, las nubes que nublaban mi pensamiento se han ido y el panorama está despejado. Puedo ver el futuro: todo bien. Jolene se acerca con una copa de champaña en su mano, se sienta en mis piernas y me dice que si bien things have changed, she still cares, she still gives a shit about all this. Le canto al oído Jolene, baby, I am the King and you are the Queen. Las luces se apagan, se hace un silencio y los corazones, se nota, se saltan un latido. Bob Dylan canta Beyond Here Lies Nothin y no se equivoca. Dylan cumplirá 68 el próximo 24 de mayo. No sabe que aquí, en tierra Azteca, Roy Orbison y Tom Petty le han organizado una fiesta sorpresa, un after party con todas las de la ley. Alicia Keys y Norah Jones saldrán de un pastel enorme. El nuevo disco de Bob Dylan se llama Together Through Life y, como siempre, es el mejor disco de Bob Dylan. Together Through Life. En esas estamos: juntos.