5.11.2009

Documentos


La semana pasada arrancó en Quito la octava edición del EDOC (encuentros del otro cine, festival internacional de cine documental). Antes que nada, hay que aplaudir de pie a los organizadores (la gente de Cinememoria) porque llegar hasta donde han llegado no ha sido nada fácil. En el Ecuador, donde a veces hasta los blockbusters tienen problemas para llenar salas, un festival de cine documental que convoca como convoca el EDOC es más que un logro cultural o social, es, de verdad, algo revolucionario.

Estuve en la inauguración. No había donde poner un pie. Pasaron “Crudo” de Joe Berlinger (el mismo que dirigió la gran Metallica: Some Kind of Monster), el documental sobre la batalla legal que 30.000 ecuatorianos, entre campesinos e indígenas de la Amazonía, mantienen contra la gigante multinacional Chevron-Texaco por daños al medio ambiente y a la salud de los nativos. La película es un must. Además de contar algo que nos incumbe o debería incumbirnos a todos, lo hace bien, con ritmo y las cuotas necesarias de drama, tensión, humor, bondad y manipulación. Al final de la proyección habló el director e invitó al escenario a los protagonistas de la película. El teatro de la Universidad Central del Ecuador casi se viene debajo de tanto aplauso. El último en subir al estrado fue el abogado Pablo Fajardo, quien de alguna manera es el personaje principal del juicio y de la película. Su entrada fue perfecta, parecía parte de un montaje, de los extras en el DVD. Apareció al final y como no estaba en las primeras filas tuvo que recorrer un trecho más o menos largo, que sirvió para que la gente se pusiera de pie, volteara a verlo emocionada y aplaudiera. Muy bien. Muy Hollywood, también.

Me molesta mucho escuchar a la gente decir que el cine documental es el cine “de verdad” o “de la verdad” No hay tal cosa. Los documentales se filman, se narran y se editan con un fin en particular, con una intención narrativa que no puede prescindir de una trama en constante estado de evolución. Los documentales no cuentan todo lo que ven sino aquello que les sirve para elaborar o definir un punto de opinión. A su manera, los documentales son columnas editoriales. Lo que sí es verdad es que, en el mejor de los casos, un documental va en busca de la verdad. Pero como la verdad no es toda la verdad, y acaso toda la verdad es demasiado, toca esconder ciertas aristas para subrayar otras y poder sentenciar con autoridad.

En fin, otro año para el EDOC y para el público ecuatoriano. EDOC 09 se presenta en Quito, Guayaquil, Cuenca, Ibarra, Manta y Portoviejo (we’ll always have Portoviejo). Otra oportunidad para ver y para que el extenso catálogo del festival se siga puliendo. Creo que se pasan más películas de las que deberían, que en ese afán por mostrarlo todo se muestran cosas que le serían más útiles a la humanidad guardadas en el fondo de un cajón. Creo que deberían ser menos películas y más funciones. Pero sea como sea, el EDOC ha ido creciendo, madurando, y nos ha obligado a madurar con él. Le debemos una que tal vez sean varias. Le debemos una semana al año en la que se pueden ver, en pantalla grande y en la perfecta oscuridad de una sala, cosas que el entretenimiento oficial nos niega rotundamente y que han encontrado su lugar, su espacio y su círculo de amistades en este festival.

Toda la info que necesitan en: www.festivaledoc.org

2 comentarios:

Anónimo dijo...

totalmente de acuerdo... encantadoramente pop...

Juan Fernando Andrade dijo...

Minmey

gracias x tu comentario. así vamos sumando.

saludes