Como muchos, por lo menos muchos latinoamericanos, supe de la existencia de Dave Eggers cuando vi Away We Go, de Sam Mendes. La película me encantó. Me fijé en los nombres de los guionistas y una especie de felicidad me ocupó al comprobar que no conocía a ninguno. El guión fue escrito por Eggers y Vendela Vida, su esposa, y aunque sus nombres no sean de alfombra roja, sería un pecado llamarlos novatos.
Ok, vamos a tratar de resumir: Dave Eggers (1970) es, básicamente, escritor, editor, guionista y, de alguna manera, también activista social. Hace varios años fundó McSweeney’s, una casa editorial independiente que se dedica principalmente a tres cosas. 1) Editar la revista mensual The Believer (en la cual, por ejemplo, Tina Fey y Nick Hornby son colaboradores recurrentes), dedicada sobre todo a la literatura. 2) Editar una revista trimestral en DVD llamada Wholphin (el nombre viene de una criatura pocas veces vista, mezcla de ballena y delfín), dedicada a mostrar cortos de ficción y documentales que no logran exhibirse fuera de un circuito muy reducido de festivales de cine. En Wholphin, por decir algo, se encuentran desde cortos de Miranda July o David Byrne, hasta sitcoms turcas y animaciones hechas en Irán. 3) Editar McSweeney’s, la revista, que sale cada tres meses, en la cual los artículos son tan largos como una novela corta. McSweeney’s, entonces, es el sueño de todos los escritores que día a día cortan y cortan (alguno dirá que lo que hace es mutilar) sus artículos para meterlos, como sea, en revistas. Además, Dave Eggers cofundó 826 Valencia, un centro sin fines de lucro en el que chicos de escasos recursos económicos, de entre 8 y 18 años, estudian escritura creativa bajo la tutoría de algunos de los mejores escritores de Estados Unidos. Y todavía hay más: Eggers escribió, junto con el gran Spike Jonze, el guión de Where The Wild Things Are, ese pedazo de genialidad que salió del celebrado libro para niños y que ahora el mismo Eggers ha transformado en una novela de cientos de páginas.
Wow. Dave Eggers es un héroe. Un tipo que no estaba conforme con The New Yorker, Time y Rolling Stone, así que hizo su propia revista. Un tipo que no estaba conforme con la cartelera de cine de su barrio e hizo, por así decirlo, su propia sala de cine. Un tipo que publica artículos-ensayos que nadie más publicaría porque, según el rumor, no hay lectores que soporten más de una página sin fotos. Eggers, está claro, está construyendo el mundo en el que quiere vivir.
Este viernes empezó con el capítulo final de Zeitoun, lo último de la no ficción de Eggers. Eran las dos de la mañana y yo cerraba, con esa pena con la que se abandonan las historias que pasan demasiado rápido, uno de los mejores libros que he leído en lo que va del año (esto se aplica a cualquier año). En rigor, es una crónica. La historia de Abdulrahman Zeitoun, que tras años de vida en el mar se estableció en Nueva Orlenas, donde se enamoró, se casó, construyó una familia y puso un negocio de construcción, comienza a finales de agosto del 2005, horas antes de que el huracán Katrina llegue a NOLA. Su familia decide dejar la ciudad, por precaución, y él se queda cuidando la casa y el negocio. Zeitoun, que nació en Siria, se mueve en una pequeño bote, buscando sobrevivientes, ayudando a los que se han quedado estancados en el agua. Kathy, su esposa, le ruega que salga de la ciudad, se lo pide por sus cuatro hijos, pero él dice no, aquí me necesitan más. Un día la Guardia Nacional lo acusa de terrorismo y lo encierra en una cárcel que, según Zeitoun, era exactamente igual a Guantánamo. La historia, de pronto, pasa de una conmovedora aventura humana a un escalofriante drama político-social. Zeitoun estuvo a punto de desaparecer, su país de origen, al parecer, lo convertía en una amenaza.
Zeitoun no es A sangre fría, pero es igual de memorable. Eggers quizás no sea tan buen escritor como Capote, pero seguro es mejor persona. Todas las ganancias que está generando este National Bestseller van a The Zeitoun Foundation y se invierten en la reconstrucción de Nueva Orleans y en promover el respeto a los derechos humanos. Aguante Zeitoun.
Semanas atrás, durante un almuerzo, un amigo escritor me preguntaba (y, como siempre pasa, se lo preguntaba sobre todo a sí mismo) qué hacen los escritores por el mundo, ¿vale la pena seguir escribiendo y publicando si al final esos libros no son ni pan ni techo para quienes lo necesitan? Esa pregunta, esa discusión, nos tomaría una vida entera. Por ahora solo puedo decir que Dave Eggers ayuda, y mucho.
Ok, vamos a tratar de resumir: Dave Eggers (1970) es, básicamente, escritor, editor, guionista y, de alguna manera, también activista social. Hace varios años fundó McSweeney’s, una casa editorial independiente que se dedica principalmente a tres cosas. 1) Editar la revista mensual The Believer (en la cual, por ejemplo, Tina Fey y Nick Hornby son colaboradores recurrentes), dedicada sobre todo a la literatura. 2) Editar una revista trimestral en DVD llamada Wholphin (el nombre viene de una criatura pocas veces vista, mezcla de ballena y delfín), dedicada a mostrar cortos de ficción y documentales que no logran exhibirse fuera de un circuito muy reducido de festivales de cine. En Wholphin, por decir algo, se encuentran desde cortos de Miranda July o David Byrne, hasta sitcoms turcas y animaciones hechas en Irán. 3) Editar McSweeney’s, la revista, que sale cada tres meses, en la cual los artículos son tan largos como una novela corta. McSweeney’s, entonces, es el sueño de todos los escritores que día a día cortan y cortan (alguno dirá que lo que hace es mutilar) sus artículos para meterlos, como sea, en revistas. Además, Dave Eggers cofundó 826 Valencia, un centro sin fines de lucro en el que chicos de escasos recursos económicos, de entre 8 y 18 años, estudian escritura creativa bajo la tutoría de algunos de los mejores escritores de Estados Unidos. Y todavía hay más: Eggers escribió, junto con el gran Spike Jonze, el guión de Where The Wild Things Are, ese pedazo de genialidad que salió del celebrado libro para niños y que ahora el mismo Eggers ha transformado en una novela de cientos de páginas.
Wow. Dave Eggers es un héroe. Un tipo que no estaba conforme con The New Yorker, Time y Rolling Stone, así que hizo su propia revista. Un tipo que no estaba conforme con la cartelera de cine de su barrio e hizo, por así decirlo, su propia sala de cine. Un tipo que publica artículos-ensayos que nadie más publicaría porque, según el rumor, no hay lectores que soporten más de una página sin fotos. Eggers, está claro, está construyendo el mundo en el que quiere vivir.
Este viernes empezó con el capítulo final de Zeitoun, lo último de la no ficción de Eggers. Eran las dos de la mañana y yo cerraba, con esa pena con la que se abandonan las historias que pasan demasiado rápido, uno de los mejores libros que he leído en lo que va del año (esto se aplica a cualquier año). En rigor, es una crónica. La historia de Abdulrahman Zeitoun, que tras años de vida en el mar se estableció en Nueva Orlenas, donde se enamoró, se casó, construyó una familia y puso un negocio de construcción, comienza a finales de agosto del 2005, horas antes de que el huracán Katrina llegue a NOLA. Su familia decide dejar la ciudad, por precaución, y él se queda cuidando la casa y el negocio. Zeitoun, que nació en Siria, se mueve en una pequeño bote, buscando sobrevivientes, ayudando a los que se han quedado estancados en el agua. Kathy, su esposa, le ruega que salga de la ciudad, se lo pide por sus cuatro hijos, pero él dice no, aquí me necesitan más. Un día la Guardia Nacional lo acusa de terrorismo y lo encierra en una cárcel que, según Zeitoun, era exactamente igual a Guantánamo. La historia, de pronto, pasa de una conmovedora aventura humana a un escalofriante drama político-social. Zeitoun estuvo a punto de desaparecer, su país de origen, al parecer, lo convertía en una amenaza.
Zeitoun no es A sangre fría, pero es igual de memorable. Eggers quizás no sea tan buen escritor como Capote, pero seguro es mejor persona. Todas las ganancias que está generando este National Bestseller van a The Zeitoun Foundation y se invierten en la reconstrucción de Nueva Orleans y en promover el respeto a los derechos humanos. Aguante Zeitoun.
Semanas atrás, durante un almuerzo, un amigo escritor me preguntaba (y, como siempre pasa, se lo preguntaba sobre todo a sí mismo) qué hacen los escritores por el mundo, ¿vale la pena seguir escribiendo y publicando si al final esos libros no son ni pan ni techo para quienes lo necesitan? Esa pregunta, esa discusión, nos tomaría una vida entera. Por ahora solo puedo decir que Dave Eggers ayuda, y mucho.
5 comentarios:
=O que argumento mas interesante, mezclar dos polémicas casi del mismo año como fue la violación de derechos humanos en guantanamo y ese trágico desastre natural le da por lo que dice tu resumen extremos cambios de argumento lo conseguiré haber que impresiones tengo yo gracias por el post no conocía a este escritor, ahora le prestare mas atención saludos, jeje descubrí tu blog me ha encantado
me parece un seudo escritor buscando ser alcalde, político o algo así. el tipo de escritor q abunda(ba) en ecuador.
Resulta que hoy fue un día de nominaciones y acabo de nominarte... He hablado con la editora de la revista Cinemanía, acá, en tierras aztecas, para que te lea y te invite a escribir para la revista. Como me encanta leerte, decidí no privar a muchos compatriotas de mi placer —yo tan compartida ja— así que le sugerí que conozca tu blog. Tengo confianza en que le guste y te contacte —y será por este medio pues no tengo otro tipo de info tuya que darle— y esperanzas de que aceptes la invitación.
Por cierto, si un día traen HD a México, deberás darme regalías (jejej). No hay librería importante que no haya llamado o visitado y pedido que traigan tu novela —Gandhi, Porrúa, El sótano, El péndulo... Y sigo insistiendo, aunque no podré esperar que me hagan caso de inmediato, y mejor voy a comprarla por Internet (me acaban de confirmar que sí me la envían pa'cá). Sólo espero que llegue.
Desde México, Tania.
Aliorrala,
gracias x tus comentarios. Eggers no t va a defraudar, t lo aseguro.
A,
antes de usar esas palabras, deberías leer a Eggers, es más escritor q muchos.
Tania,
jajajaja... x supuesto! desde ya eres la cónsul honoraria d HD en México, y nos honras con tu presencia en nuestra patria chica.
avísame si la consigues, d pronto puedo hablar con alguien en Alfaguara-Ecuador para q t la envíen.
gracias x todo.
salud
Es bueno Eggers, lo único que le pasa es que tiene poca imaginación a mi juicio (sus dos mejores obras son biografías). Pero si te gusta Eggers te recomiendo a J. Safren Foer y Nicole Krauss. Más el primero que la segunda. También a Uzodinma Iweala. Todos gringos jovencísimosss.
ME GUSTA que hables de Eggers, y felicitaciones por la novela y el blog.
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