Velódromo es la segunda película de Alberto Fuguet, pero sobre todo es su venganza. Luego de años persiguiendo fondos y tratando de levantar presupuesto para Perdido, un proyecto que los fuguetianos conocemos como “la película que se perdió”, el escritor chileno se apartó de las prácticas convencionales y se lanzó con una cinta-garaje que se rodó en cuatro fines de semana, con equipo mínimo y apostándole todo, absolutamente todo, a un tipo llamado Ariel Roth.
“Me cargan los prólogos, claro que para un prólogo necesitamos una historia y no sé si hay mucha aquí. Esto va a ser sobre mí. Bienvenidos a mi planeta”, dice Ariel al comienzo, y tiene razón. Más que historia propiamente dicha, Velódromo tiene momentos, algunos de ellos francamente sublimes: cuando Carlos, capaz el mejor amigo de Ariel, le “termina” porque quiere crecer; cuando Ariel atiende a los clientes para los cuales freelancea como diseñador gráfico; cuando habla con su primo Coke sobre tener “treinta y cuatro, casi treinta y cinco, mal”; cuando Danko, uno de sus nuevos amigos, le cuenta que va a ser papá. Momentos que cumplen con armar un personaje, una vida o un estilo de vida, un planeta.
Ariel no solo vive en una película sino que vive de las películas. No va al cine, las baja del internet a su mac y las consume como un adicto. Cuando no está viendo está pedaleando por Santiago (que dicho sea de paso luce mejor que en otras ocasiones, sobre todo con la versión de Raindrops Keep Falling On My Head de José Baudrad al fondo), girando, avanzando aunque su vida no avance con él o por lo menos no a su ritmo. Mientras pedalea, habla, nos habla, y su voz en off es entrañable. De hecho, el Ariel en off quizás sea mejor persona que el Ariel en on, más sensato, más sensible, más tranqui, pero es el otro el que se lleva los puntos por una sencilla razón: es más real. Ariel Roth, en on, tiene todas las malas costumbres masculinas, es egocéntrico, egoísta y un poco perezoso, pero es, no miente, se faja con el mundo siendo absolutamente honesto y si bien no todo el mundo se lo banca, él prefiere decir su verdad y aguantar las consecuencias, ¿cuántos pueden decir lo mismo? Fuguet le tiene tanto cariño a su personaje que lo deja salirse con la suya así eso no sea lo mejor para la película. Sin duda se le va un poco la mano, pero mil veces un director que engríe a su personaje a uno de esos que traen gente a este mundo solo para hacerla y verla sufrir.
Velódromo está planteada como una comedia pero sus secuencias “serias” hablan igual o mejor de ella que las demás. Ariel está solo, lo sabe y hay que saber estar solo para no morir en el intento. Ha creado un muro a su alrededor y a ratos se comporta como un ser hermético que se cuida demasiado las espaldas, al punto de no permitirse ciertas cosas, cierta gente. Tiene sus trabas, sus asuntos no resueltos, sus rollos mentales y un arrogante mecanismo de defensa que no siempre le funciona pero lo hace quien es: Ariel Roth y tampoco es que se muera por serlo. La venganza de Fuguet fue crear un personaje de moral y filosofía indie que puede, como la misma Velódromo, vivir al margen o mejor dicho existir bajo sus propias reglas, un tipo que está bien donde está y defiende su lugar a toda costa. Ariel no necesita conquistar el mundo, ya conquistó su planeta y en ese lugar tiene espacio de sobra para pedealear.
“Me cargan los prólogos, claro que para un prólogo necesitamos una historia y no sé si hay mucha aquí. Esto va a ser sobre mí. Bienvenidos a mi planeta”, dice Ariel al comienzo, y tiene razón. Más que historia propiamente dicha, Velódromo tiene momentos, algunos de ellos francamente sublimes: cuando Carlos, capaz el mejor amigo de Ariel, le “termina” porque quiere crecer; cuando Ariel atiende a los clientes para los cuales freelancea como diseñador gráfico; cuando habla con su primo Coke sobre tener “treinta y cuatro, casi treinta y cinco, mal”; cuando Danko, uno de sus nuevos amigos, le cuenta que va a ser papá. Momentos que cumplen con armar un personaje, una vida o un estilo de vida, un planeta.
Ariel no solo vive en una película sino que vive de las películas. No va al cine, las baja del internet a su mac y las consume como un adicto. Cuando no está viendo está pedaleando por Santiago (que dicho sea de paso luce mejor que en otras ocasiones, sobre todo con la versión de Raindrops Keep Falling On My Head de José Baudrad al fondo), girando, avanzando aunque su vida no avance con él o por lo menos no a su ritmo. Mientras pedalea, habla, nos habla, y su voz en off es entrañable. De hecho, el Ariel en off quizás sea mejor persona que el Ariel en on, más sensato, más sensible, más tranqui, pero es el otro el que se lleva los puntos por una sencilla razón: es más real. Ariel Roth, en on, tiene todas las malas costumbres masculinas, es egocéntrico, egoísta y un poco perezoso, pero es, no miente, se faja con el mundo siendo absolutamente honesto y si bien no todo el mundo se lo banca, él prefiere decir su verdad y aguantar las consecuencias, ¿cuántos pueden decir lo mismo? Fuguet le tiene tanto cariño a su personaje que lo deja salirse con la suya así eso no sea lo mejor para la película. Sin duda se le va un poco la mano, pero mil veces un director que engríe a su personaje a uno de esos que traen gente a este mundo solo para hacerla y verla sufrir.
Velódromo está planteada como una comedia pero sus secuencias “serias” hablan igual o mejor de ella que las demás. Ariel está solo, lo sabe y hay que saber estar solo para no morir en el intento. Ha creado un muro a su alrededor y a ratos se comporta como un ser hermético que se cuida demasiado las espaldas, al punto de no permitirse ciertas cosas, cierta gente. Tiene sus trabas, sus asuntos no resueltos, sus rollos mentales y un arrogante mecanismo de defensa que no siempre le funciona pero lo hace quien es: Ariel Roth y tampoco es que se muera por serlo. La venganza de Fuguet fue crear un personaje de moral y filosofía indie que puede, como la misma Velódromo, vivir al margen o mejor dicho existir bajo sus propias reglas, un tipo que está bien donde está y defiende su lugar a toda costa. Ariel no necesita conquistar el mundo, ya conquistó su planeta y en ese lugar tiene espacio de sobra para pedealear.
FUNCIONES 8.5-UIO:
viernes 28 y sábado 29: 20h45
domingo 30: 18h30
3 comentarios:
ya vi velodromo, me la baje por torrent. pero va a ser maravilloso verla en el cine. definitivamente ariel roth es un personaje entrañable.
por Gye ya hizo una parada hace dos semanas, llegó pedaleando. Recomendable
broderes,
el año pasado Fuguet estrenó "Aeropuertos", una novela q empezó siendo un corto y en la q, c supone, Ariel Roth tiene un cameo. y este año c viene "Música campesina", su nueva peli. pilas.
saludes
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