Esto apareció en Ex-Libris, el periódico de la FIL-Bogotá. Va firmado por Emilia Andrade, que no es ni mi prima ni nada, sólo una ecuatoriana llena de onda que me encontró en el mundo virtual y entendió perfectamente de qué va la cosa.
Dos punto cero
Por Emilia Andrade
Navegando por circuitos entretejidos, hilando nuevos encuentros, perdiéndonos en la infinidad de filamentos, escogiendo qué ruta transitar, qué dirección tomar. Y en ese caminar, sin darnos cuenta, nos sumergimos y nos dejamos seducir en este mar de sujetos interactuando en un mundo irreal, gobernado por una inmensa madeja comunicativa. A veces, el recorrido se hace tortuoso, salpicado de recuerdos que quisieran ser borrados, pero esa insaciable adicción informática se apodera y juguetea con nuestros hilos a su antojo, como si fuera un titiritero. Por suerte, este cúmulo interactivo, en ocasiones, suele arrastrarnos hacia otros encuentros más amistosos. Algo así fue mi acercamiento a Juan Fernando Andrade a través de su blog Culturab. Los tejidos dospuntocero me dirigieron a sus crónicas, increíblemente fluidas y sinceras.
Empecé a leerlo de manera frecuente por el simple hecho de sentirme cómoda con lo que leía; era una buena charla con este narrador incógnito que flotaba por la inmensidad tecnológica. Textos en pantallas, carentes de espacio físico, actualizándose con el pasar del tiempo, resignándose al olvido que trae la obsesión por innovar. Sus publicaciones se hicieron parte de mi diario interactuar, pero una vez tuve la oportunidad de un contacto más cercano con este autor, me dijo que ni él mismo sabía cuanto de su trabajo estaba circulando por la web. Si bien, su blog es una pequeña puerta para conocer su trabajo y sus publicaciones, existe más información de la que él no está consciente.
Nacido en 1981 en Portoviejo, capital de la provincia con más zona costera de Ecuador, Juan Fernando conserva el acento propio de su lugar de origen en la mayoría de sus textos. El costeño, como dice él mismo, es un idioma casi distinto, caracterizado por su velocidad, por un afán que lo llena de tropiezos y su facilidad para envolver y omitir consonantes. Sin embargo, esto que podría parecer un problema, o al menos para los eruditos, se transforma en una ventaja para Andrade que logra acercarse a sus lectores. Ha publicado tres libros, una novela y varias crónicas que han sido galardonadas e incluso una de ellas será llevada al cine por el ecuatoriano Sebastián Cordero.
Andrade hace parte de una nueva generación de escritores a quienes sin duda los une este cambio tecnológico en formato dospuntocero. Pocos meses atrás fue publicado el libro “Todos los juguetes”, una antología que reúne cuentos de varios de los integrantes de esta nueva familia y que seguramente estará en la Feria. Creo que las palabras de Juan Fernando son claras al referirse a los autores de esta publicación “algunos de ellos vienen de la academia, coleccionan maestrías, doctorados, y ejercen con la precisión de un cirujano plástico en Hollywood. Otros lo han aprendido todo en la calle, a pulso, leyendo lo que han sentido cercano, escribiendo desde la tripa y procesando desde el cerebro. Pero los diez tienen algo en común: son profesionales, publican, existen. Existían antes de esta banda sonora y existirán después, aparte, en sus propios libros, como corresponde”.
No hay duda de que el poder tecnológico es incalculable, nadie sabe nada sobre nadie, pero siempre se puede saber más a partir de un pequeño orificio que nos deja ver algo que pueda interesarnos. Es un arma de doble filo: muchas veces, el saber más de lo necesario se convierte en un cúmulo absurdo e inútil, otras, con algo de fortuna, y aquí vuelvo a hablar de mi encuentro casual con la literatura de Juan Fernando, es un deleite que se agradece al dospuntocero.
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