IV
Esta
canción salió durante un jamming eterno en el cuarto de ensayo de las Vírgenes
Violadoras, la banda post-punk guayaquileña. Supongo que estábamos preparando
algún concierto porque habíamos pasado varios días yendo a esa guarida húmeda
en el centro, reencontrándonos con el repertorio y con nosotros mismos.
Yo
soy muy básico y no tengo problema con tocar la misma canción todo el día si
hace falta: creo sin reservas en el arte de la repetición. Nelson, en cambio,
necesita cambiar de frecuencia cada tanto y a veces, sin que haga falta
anunciarlo, improvisa entre canciones para romper el rigor del ensayo. Durante
esas improvisaciones yo trato de descubrir a tientas por dónde va la cosa y hacerme
un lugar dentro de la idea. Por lo general tocamos sin mirarnos, tratando de presentir
las variaciones (muchas de ellas totalmente predecibles en el lenguaje de la
banda), y sólo cuando hemos encontrado un interés común entre la guitarra y la
batería alzamos la frente, nos miramos y decimos esto está bacán, ¿qué sigue?
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V
Hace
rato que queríamos hacer una canción como esta, una canción que se pueda
escuchar a todo volumen, cabeceando frente al espejo, una canción que sirva
para tocar air guitar y levantar los brazos en señal de victoria, esperando el
rugido de un millón de almas que no están ahí pero como si lo estuvieran, voces
que no existen pero acolitan igual, las voces de esa gente a la que nunca
conoceremos, de esa gente a la que siempre hemos conocido, las voces de
nuestros hermanos, de todos los que han rockeado en privado como si estuvieran
en el estadio de Wembley.
De
los diez temas del disco, Propaganda fue el primero que compusimos y no suena descabellado
decir que sin ella no existiría nuestro tercer álbum, o que nos gustó tanto que
quisimos hacer un disco que la acompañe. Es la canción que más hemos tocado en vivo, la más nuestra, la
que nos levanta cuando el show está ya muy avanzado y empezamos a tropezar de
cansancio. Entonces viene esta canción y viene el embale y nos viene esta
sensación anfetamínica de estar demoliendo hoteles. Es como si la canción fuese
un avión y nosotros pasajeros de un viaje cuyo destino es, ciertamente, lo de
menos.
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