5.13.2013

Blockbuster PTY



En la ciudad de Panamá hay varios locales de Blockbuster. ¿Alguien se acuerda de Blockbuster? En Ecuador quebró hace rato, no pudo con los piratas ni con la digitalización de las costumbres y se retiró de la competencia sin pena ni gloria. Lo mismo pasó en casi todos los países donde este videoclub solía regir con tranquilidad. De aquella franquicia que alguna vez significó progreso y onda cosmopolita quedan ruinas arqueológicas que pueden ser visitadas, por ejemplo, en la ciudad más neoliberal de América Latina.   

En su mejor momento, Blockbuster tuvo sólo en USA más de 9.000 locales y 60.000 empleados, de los que ahora quedan unos cuantos trabajando en menos de 500 establecimientos. Cuando Blockbuster llegó al Ecuador era una señal de que las cosas iban bien y capaz hasta se pondrían mejor, era prestigio, era tener mundo sin tener que viajar: era, para muchos, vivir mejor. A mí me encantaba alquilar películas en un lugar tan aséptico y organizado, tan al día y tan primer mundo. Pero ahora que el primer mundo está en crisis incluso sus embajadas comerciales parecen bodegas abandonadas.  

Los Blockbuster de Panamá tienen ese mismo logo de letras amarillas en fondo azul, el mismo piso alfombrado, los mismos estantes blancos con pequeños carteles que anuncian géneros y separan los estrenos de los clásicos. Tienen aire acondicionado y pantallas planas, pero eso ya a nadie le importa. Entrar a un Blockbuster es como entrar a una película de zombies: todos salieron corriendo hace cinco minutos y nadie tuvo tiempo de apagar la luz.  

Los empleados, hipsters en baja resolución, están echados en el suelo, arrimados a un arrugado anuncio de ParaNorman, rascándose. Sus celulares les preocupan mucho más que sus clientes y cuando uno les pide ayuda te miran con cara de “no me jodas, ya nadie alquila películas”. No saben nada y ni si quiera se han molestado en retirar las cajas de las cintas cuyas copias ya no están disponibles. Puedes demorarte tres horas buscando una y otra vez porque lo más probable es que no tengan la película que escogiste. Me pregunto si por lo menos alguien está robándose buenas películas y convirtiéndose en cinéfilo y acaso en cineasta. Ojalá.   

El repertorio es poco, pero he podido ver harto: Senna (genial), Take Shelter (arriesgada), The Tree of Life (un poco mucho), Choke (me quedo con el libro aunque no lo haya leído), Made in Dagenham (lovely), My Kid Could Paint That (polémico), Like Crazy (el mejor uso de la elipsis desde Closer), Another Earth (genial),  Angels in America (diálogos de oro). Vi más de lo que tenía planeado y lo mejor es que casi nada de lo que vi estaba en mi lista de pendientes. Extraño eso. No saber nada de una peli y jugármela por la portada, por los actores, por un director que pensaba jubilado o por un par de líneas en la contratapa. Extraño el vértigo  que un videoclub te puede dar. En un video club, como en esos otros lugares en peligro de extinción conocidos como librerías, las cosas que no andas buscando son las que te encuentran.  

Blockbuster se declaró en bancarrota en septiembre del 2010 y cuando entro sé que estoy entrando a un lugar que ya no existe. Me gasto más tiempo del necesario como haría cualquier turista en cualquier ruina, pensando qué me dicen esos rastros de lo que solía ser nuestra civilización.  A veces me preocupo más por ordenar las películas en las repisas que por alquilarlas: supongo que eso también es amor al cine. Y busco. Busco los últimos tesoros de esa isla fantasma.  

(SoHo)



1 comentario:

Norka dijo...

Que nostalgia leer este post, a mi también me encantaba ese patín de ir a alquilar la película a blockbuster como si fuera un evento especial o algo así y tener que verla si o sí por que sino llegaba la hora de devolverla y era turrísimo pagar y hacer todo el trámite y no alcanzar a verte la peli. Hasta me encantaba el dato de ir y encontrarte con alguien y conversar de pelis un rato.