Vemos un bus escolar que lleva pequeños
monstruos a una excursión. Van a la planta de Monsters Inc., el lugar donde los
asustadores profesionales realizan el heroico trabajo que mantiene con energía
al mundo que hay detrás de ciertas puertas. Durante el paseo, uno de los pequeños,
Mike Wazowski, cruza los límites trazados por su profesora y comete una
travesura que le muestra, como un oráculo, la forma de su destino. Esa
secuencia, poco menos que perfecta, habla por sí sola: la aventura es el atajo
más divertido hacia el conocimiento.
Quizás porque Monsters Inc. es una cinta de muchas maneras insuperable, sus
creadores decidieron apostarle al pasado con una precuela universitaria, casi
adolescente, que vale justo por la inmadurez de sus personajes y la simpleza de
su argumento. Mike, convertido en universitario, llega a clases con la misión
de ser el mejor asustador de todos los tiempos, pero su humanidad lo traiciona;
su cuerpo verde, redondo, pequeño, y su mirada cíclope provocan más ternura que
otra cosa. En esas conoce al joven Sullivan, descendiente de una estirpe de
asustadores legendarios, y entre los dos, en formato pareja-dispareja, se
gatilla una historia en la que los
débiles vencen a los fuertes y los cobardes se vuelven valientes. Y sí, Monsters University no será súper
original, pero es una gran comedia de jóvenes que aún no saben qué onda, que
tienen un sueño pero no mucho más y con eso tienen bastante.
Como se trata de una película sobre
educación superior de tercer nivel, la bibliografía de referencias es otro de
sus monstruosos encantos (todos los aplausos para la secuencia en que Mike y
Sullivan asustan a los adultos de un campamento para niños, verdadera carta de
amor y reclamo al cine de terror, comparable a La cabaña del terror). La vida en el campus, y las olimpiadas del susto
que desarrollan buena parte de la cinta, son parientes de otra película sobre jóvenes
inteligentes y en desventaja como Mike, La
venganza de los nerds. La presencia de la decana Hardscrabble, su andar, su
ropa, su tono y su moral hacen pensar que consiguió su puesto luego de haber
trabajado en la secundaria Hogwarts de Harry
Potter. La bibliotecaria, y quizás esto sea solo un espejismo fanático, me parece sacada de The Wall de Pink Floyd, ¿o no? Finalmente, en cuanto al tenebroso mundo de las fraternidades
gringas se refiere, hay algo sacado de La
red social: el deseo de rodearse de los mejores y así mantener las cosas en
su sitio.
“Tú no asustas, ni un poco, pero no le
temes a nada”, le dice Sullivan a Mike casi al final, y con eso comienza el
futuro que ya conocemos. La lección del día es clara: hay cosas que no se
aprenden en la universidad. Vivo, asusto, me
asusto. Luego existo.
(El Diario)