Los Ángeles, California, 20 de mayo del
2013. Los Rolling Stones están tocando en el Staples Center, mejor conocido como
la cancha de los Lakers. Sobre el escenario está Mick Taylor, el guitarrista
que se separó de la banda hace más de cuarenta años y que ahora dobla las
rodillas, apoya su Gibson Les Paul en el muslo, levanta el mango y toca el solo
de Can’t You Hear Me Knockin como si
no hubiese pasado ni un día.
Mick Taylor tenía 20 años cuando subió a
un escenario en el Hyde Park de Londres y debutó frente a más de doscientas mil
personas como el nuevo guitarrista de los Rolling Stones, en julio de 1969.
Grabó guitarras y compuso canciones para álbumes clave en años clave: Let It Bleed, Sticky Fingers, Exile On Main Street. Y renunció en el
74, días después del lanzamiento de It’s
Only Rock n’ Roll, porque claro, tocar en los Stones no era sólo rock n’
roll.
Taylor ha dicho que Mick Jagger no le dio
el crédito de compositor en varios temas y que Keith Richards, quizás por
envidia, nunca lo aguantó del todo. Ha dicho que por esos años era adicto a la
heroína y que el ambiente, el tour, la joda, habrían acabado con él y con su familia.
Y también ha dicho que desde el principio sintió que no estaría en la banda por
mucho tiempo. Ser un Stone no es sencillo, no se trata de tocar bien, a ratos
ni siquiera se trata de tocar.
Lo veo desde las alturas, sección PR9,
fila 7, silla 11. Mick Taylor tiene barriga, el pelo largo y canoso, y parece
más saludable que el resto. No tiene aura de peligro ni perfil de mito ni parece
haber vuelto de la muerte como los otros, pero toca como los dioses. How does it feel?, me pregunto. Lo pudo
haber tenido todo: todos estos años, toda esta gente a sus pies, todo ese otro
planeta. ¿En qué piensa Mick Taylor esta noche? ¿Se arrepiente? ¿Valió la pena?
¿Se salvó?
La respuesta debe estar en sus sueños. Capaz
duerme tranquilo en su casa de campo, lejos de todo, abrazando una almohada que
huele a lavanda. O no. Sueña con limosinas y adolescentes bañadas en champaña y
construye en sueños la vida que dejó ir. Al despertar hay una mancha de sudor
en las sábanas.
(El Comercio)
5 comentarios:
Mis respetos este post...
Comme l'hirondelle.
Un son dans
l'immensité,
un souffle de
poésie où la
neige disparaît
avec la douceur
d'une rime
fugitive.
Francesco Sinibaldi
Danza y poesía.
Como la rima
de una hoja
que brilla,
como el sol
que regresa
en el llanto
infinito de una
noche encantada.
Francesco Sinibaldi
Las mismas preguntas aplican para Pete Best.
Buen post.
A smile in the morning.
The solemn
desire is a
beautiful
sadness that
often returns
when a fine
thought appears.
Francesco Sinibaldi
Publicar un comentario