La casa tiene dos pisos y en el primero hay ocho mesas rodeadas de sillas, una pantalla para proyecciones colgando contra una esquina, varios tocadiscos antiguos y unos cuatro mil álbumes de salsa. La casa es un Centro de Información de la Salsa, está en la calle 7 No. 27-38 de Cali, Colombia, y se llama Casa Latina. La casa es, en rigor, una salsoteca. Pero aquí no se viene a bailar sino a aprender y a compartir conocimiento. Casa Latina es un templo con piso de madera que huele a cerveza y empanadas.
El dueño de casa es el DJ Gary Domínguez,
hijo del futbolistaEdgar Mallarino, estrella del América de Cali en la que se
recuerda como “La época del dorado”. Cuenta DJ Gary que su padre y los amigos
festejaban los triunfos –a veces también los fracasos–del equipo bailando salsa
en su casa y que esas fiestasdecidieron su destino: un niño ve a los mayores
celebrando, asocia el ritmo con la felicidady dedica el resto de su vida a
descubrir la historia de esa alegría. DJ Gary lleva más de cincuenta años en
eso, sin parar.
De jueves a sábado, Casa Latina programa
especiales temáticos en los que se repasa la vida y obra de un salsero
emblemático. Detrás de la barra, entre el congelador donde se guardan las
cervezas y sus miles de discos, DJ Gary toma un micrófono y mientras narra
capítulos biográficos y anécdotas off the
record de gente como Tite Curet, Poncho Sánchez o Ray Barretto, haciendo lo
que él llama “un dramático homenaje”, va seleccionando y tocandolas canciones
clave. También pone videos y de cuando en cuando esas imágenes de archivo,
muchas de ellas piratas, se mezclan con videos caseros de pulso adolescente en
los que aparece DJ Gary, digamos, visitando la tumba de Daniel Santos,
reporteando como un corresponsal de guerra.
Casa Latina recibe a sabios generosos.
Quien desee ser DJ –y VJ– por una noche puede hacerlo si es que su repertorio
concuerda con los lineamientos ideológicos y conceptuales del local. Así, por
ejemplo, el DJ invitado puede armar un especial de Latin Jazz, traer sus
discos, losDVD que tiene en casa (el sello de la nostalgia es el del
desaparecido People+Arts), que nunca
se cansará de ver,y presentarle al público un show que mezcla la erudición de
Wikipedia con la alta definición de YouTube en un tono formal, casi solemne, que incluye
agradecimientos, introducciones y bagaje académico, como si se tratara de una
muestra de arte en un museo.
Se dicen cosas como quiero agradecer con todo respeto esta oportunidad a Casa Latinao a ver si esto es del agrado de ustedes.Ustedes
pueden ser cuatro tipos en una mesa tomando Club Colombia o Aguila Light,
alguno más en la barra que vino con la novia (la chica cabecea del sueño,
seguramente aceptóvenir a cambio de que el novio la saque a bailar al día
siguiente) y una pareja en el fondo dedicada a lo suyo. Pero esos cuatro tipos
firmes frente a sus jarros de cerveza, esos que han perdido novias y quizás
también amigos y trabajos por frecuentarlugares como Casa Latina, son los que
hacen que todo esto cobre sentido: hombres solitarios que prefieren escuchar
que bailar.
Cuidamos nuestros
discos como si fueran nuestros padres porque son nuestros héroes, dice DJ Gary mirando su colección, meditando sobre su pièce de résistance en una época oscura
en que las discotecas se llenan con gente que quiere bailarcross over: reggaetón, lambada y una serie de ritmos mezclados sin
ningún propósito histórico. Casa Latina es un refugio
para huir del presente, los jóvenes vienen poco porque saben que aquí no van a
levantar a nadie. Aquí se viene a escuchar música.
(SoHo)
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