5.19.2014

Un día muy extraño


Un billonario de 28 años necesita un corte de cabello. Digamos que no lo necesita, lo quiere, y los billonarios están acostumbrados a conseguir lo que quieren. Para esto tiene que atravesar Nueva York en su limosina durante un día complicado: el presidente de los Estados Unidos está de visita en Manhattan, el multitudinario funeral de una estrella de rap se ha tomado varias calles de la ciudad y una protesta anarquista amenaza los alrededores. Su capricho, sin embargo, es ley.

Será un día largo y pasará, casi todo, dentro de la limosina (que por lo demás parece una cabina de control traída de un futuro no muy lejano, en la que todo funciona con pantallas que devuelven un reflejo azul del tipo espacial), donde Eric Packer, el billonario, tiene reuniones con sus asesores y sus amantes, con su doctor y hasta con personas que podrían o no ser sus amigos. Pero estos encuentros, fríos y llenos de una filosofía tanto existencial como corporativa de cuyo origen nunca estaremos completamente seguros, parecerían ocurrir en una dimensión paralela a la realidad y a cualquier eco de pulso cardíaco. El joven Packer, interpretado por el también joven vampiro Robert Pattinson, parece estar muerto en vida, congelado y, más que nada, aburrido: se nota que ha pasado un buen tiempo desde que el mundo que conocemos dejó de sorprenderlo. El director David Cronenberg, que tomó el argumento de una novela del gran escritor estadounidense Don DeLillo, logra transmitir a través del comportamiento polar de su personaje principal no sólo la soledad de sus billones sino también una visión bastante crítica sobre el capitalismo, una opinión que llena de sinsentido la fortuna monetaria que la genera, que cuestiona sus consecuencias sobre el mundo que de una u otra forma contribuyó a la fabricación de esa misma fortuna y que le va chupando la sangre a Eric Packer, un tipo que después de todo sólo quiere sentir algo, cualquier cosa, al punto de pedirle a una de sus guardaespaldas, con la que también se acuesta, que descargue sobre él un arma eléctrica: cierta cantidad de voltios pueden devolverle al corazón su ritmo natural, pero ciertos órganos, ciertos músculos, no despertarían ni aunque fueran guisados por un rayo venido del cielo.

Eric Packer tiene una esposa rubia, hermosa y millonaria que no quiere acostarse con él pero que le ofrece salvarlo de lo que parece ser una crisis financiera letal, pero Eric no quiere salvarse y, más importante aún, Cronenberg no quiere salvarlo; hay en su destino, un desenlace a ratos incomprensible por las circunstancias que conducen a él, un discurso, una lección: llegará el día en que los de abajo se cansen de estar abajo, el día en que los oprimidos opriman el gatillo. 

(El Diario)    
             

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cronenberg ha decidido tomarse un descanso del buen cine que venía haciendo los últimos años