La pregunta es, ¿por qué?
¿Por qué estoy pensando tanto en Robin Williams?
¿Por qué?
Rebobinando los capítulos de mi vida,
capto que Williams no era, nunca fue, parte clave de ella. Vi casi todas sus
películas de niño o adolescente (las películas de la época, quiero decir), con
la familia o con los amigos. Supongo que, entre otras cosas, me reí, pero más
allá de La Sociedad de los Poetas Muertos,
Buenos Días Vietnam, El Rey Pescador y
ciertos –no todos los– momentos de El
indomable Will Hunting, no recuerdo gran cosa, es decir, no recuerdo que
Williams me haya impactado profundamente en ningún sentido. No recuerdo que me
haya marcado. Sin embargo, desde que supe que había muerto, que se había
suicidado después de luchar contra una depresión que lo tuvo al borde de la
cornisa durante décadas, su rostro sigue apareciéndose en mi mente.
Hace un tiempo había escuchado que
durante años fue alcohólico y adicto a la cocaína (al parecer superó la cocaína
pero nunca pudo despedirse del licor). Y, después de todo, no me sorprendió. Un
tipo que tenía tanta energía en el cuerpo y que parecía estar siempre en
personaje, dentro y fuera de la pantalla, debía guardar más de un secreto. En
ese momento me pareció que evidentemente tenía otro lado, un lado oscuro con el
cual le era difícil lidiar y que trataba de ocultar con esa sonrisa que siempre
cargaba puesta encima. No era el primer comediante bipolar del que se sabía,
los ejemplos van desde Richard Pryor hasta Jim Carrey. Hacer reír, todo el
tiempo, no es fácil. Quizás sea más sencillo hacer reír a los demás, pero
hacerte reír a ti mismo, conservar esa felicidad que vendes y proyectas, esa
felicidad de la que depende tu carrera como actor… uff… that’s gotta be tough,
man.
Debe ser eso. De pronto me preocupé por
Robin Williams. Y sí, ya es demasiado tarde. Pero me dieron ganas de hablar con
él, de preguntarle un par de cosas. ¿Qué era lo que no soportaba de la vida?
¿En qué punto, con qué suceso, en qué momento, con qué giro decidió que era
mejor estar muerto? ¿Cómo decides que es mejor estar muerto? ¿O fue que un buen
día el mundo entero se le vino abajo y él estaba, bueno, abajo? Curioso. Una
persona que hasta hace poco no me importaba demasiado, ahora, de repente, me
hace falta. Supongo que hay algo de miedo en todo esto: si le pasó a él, le
podría pasar a cualquiera, ¿no? ¿Fue que ese otro personaje terminó
tragándoselo hasta cortarle la respiración? ¿Fue que no soportaba repetirse (aunque
tuvo varios “papeles serios”, la gente, el público, lo ubicó siempre como un
comediante)? ¿Fue que se cansó de ser otro? ¿Fue que ese otro le sirvió como
vía de escape de sí mismo hasta que ya no tuvo más remedio que verse al espejo
y aceptar en sus ojos que había llegado la hora de cortar con todo?
Dicen que a los actores les pasa eso:
huyen de sí mismos, cambian tanto y tan rápido de piel que se olvidan de
quiénes eran en un principio (¿alguien supo con certeza, por ejemplo, quién era
Peter Sellers?). Robin Willians, ahora nos queda claro, no era el Robin
Willians que creíamos conocer. Y eso me hace pensar. ¿A quién conocemos? ¿Conocemos
a nuestros amigos? ¿Cuántas veces alguien se fue de mi casa con demasiados
tragos de más encima luego de haberme contado alguna tragedia y, camino a la
suya, pensó en matarse? ¿Cuánta gente piensa en matarse todos los días? ¿Cuántas
veces al día piensan en matarse? Williams se fue como muchos antes que él, con
un cinturón amarrado a la garganta y las muñecas rajadas. Y, como un detective,
no dejo de pensar en esa última escena: Williams en el baño, solo, desesperado,
sabiendo que dejaba a su familia y a todo lo demás, sabiendo que ya no podía
con esto, tomando la decisión. Pero, insisto, ¿por qué?
Bukowski decía: a man can only take so
much… ¿Cuánto es so much?
2 comentarios:
Mucho morbo en las preguntas, pero totalmente comprensibles, supongo. También me las hice. Cortarse las muñecas no era suficiente? Pensó que el cinturón terminaría el trabajo que el cortarse retarda? Cómo lo logró? Supongo, que no es morbo. Muchos estuvimos "abajo". Puede que en algún momento hayamos "coqueteado" con la idea del suicidio (Digo, quién no), como buscando un respiro. Y luego te das cuenta que hay más "abajo" que el "abajo" que nosotros vivimos, para pensarlo de verdad. Planearlo. Y ... lograrlo.
Me he sentido identificado con tu post.
Desde que murió no paro de ver más allá de su sonrisa, pienso que esa mueca era una barrera que ocultaba sus problemas.
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