Un hombre flaco, de traje y sombrero, en alguna parte de Inglaterra, que podría ser Londres como podría ser Manchester o Liverpool, o un poblado muy pero muy pequeño e insignificante, se encuentra con alguien que, años atrás, tantos años atrás, fue su amigo, o pensó que era su amigo cuando no pasaba de su conocido. El caso es que se conocieron y coincidieron, más de una vez, en el mismo lugar. Se encuentran, digamos, en una ferretería. La ferretería no es para nada el tipo de ferretería industrial que parece Mall, donde se encuentran desde tinas de baño hasta rollos de canela con pasas. No. Es, en la medida de lo posible, un lugar discreto, sobrio, administrado por el hijo que alguna vez lo heredó y que ahora es padre y tiene hijos y nietos en camino.
El hombre flaco de traje y sombrero busca sierras pequeñas, lo más pequeñas y ligeras y potentes que se puedan encontrar. Su conocido, busca tornillos. El conocido lo ve, lo reconoce y se le acerca con una sonrisa sonsa. El hombre flaco de traje y sombrero intenta, mientras puede, hacerse el loco. Reconoció al conocido antes de que el conocido lo reconociera a él. El tipo flaco de traje y sombrero no es una persona, cómo decirlo, muy dada a lo social. Pero ahora tiene que darse la vuelta y responder un par de preguntas y montar una imitación barata de abrazo. Ha pasado mucho tiempo, sin duda. No, ya no vivo donde vivía. No te lo podría decir, viajo mucho, por trabajo, soy un gitano de clase alta. A veces, otras veces África o América Latina, ya sabes cómo es. Empresa multinacional, sí, comercio, básicamente. Se hace un silencio. El conocido espera que el hombre flaco de traje y sombrero le haga las preguntas de rigor. Nada. El hombre flaco de traje y sombrero lo mira en silencio, quiere que esto acabe ya. El conocido le pregunta si ha visto a un tercer hombre, amigo en común de ambos, según el conocido, el tipo más agradable sobre la faz de la tierra.
El hombre flaco de traje y sombrero podría llorar. Ese tercer hombre recién aparecido en la historia fue, es, será siempre, su mejor amigo, su compañero, su colega, su hermano, el último rostro que verá antes de morir. El conocido le cuenta que el tercer hombre vive en un castillo, pequeño, pero castillo al fin y al cabo, a las afueras de Sheffield, en el condado de Yorkshire, con su familia, cinco conejos blancos y una guitarra acústica que está aprendiendo a tocar. El hombre flaco de traje y sombrero adivina al tercer hombre viendo mujeres desnudas, en el internet, de vez en cuando. Quisiera saber más, pero no pregunta porque, a la larga, lo sabrá todo y, si no llega a saberlo todo, será mejor, por lo menos para el tercer hombre, su hermano, a quien considera seguro siempre y cuando entre ellos hayan kilómetros y kilómetros de distancia.
Antes de despedirse, el conocido menciona el caso de un asesino en serie, al que la prensa ha bautizado como “El leñador”. Lo menciona porque “El leñador” no es cuento nuevo. Hace años atacó en toda Inglaterra, descuartizó veintidós personas en treinta y seis meses de carrera. Luego desapareció. Según una nota del Cambridgeshire Times, firmada por una tal Maggie Gibbson, el cuerpo de un hombre menor de treinta, profesor y “niño genio” en Administración de Negocios, rebanado en rodajas con una precisión demencial, es obra de “El leñador”. En el mismo reportaje, Gibbson dice que “El leñador” nunca ha trabajado solo, que siempre ha habido alguien ayudándolo a localizar víctimas y borrar huellas. El hombre flaco de traje y sombrero le pregunta al conocido si recuerda algo más de la nota. El conocido dice que no, apenas la miró, el tercer hombre la había recortado y se la mostró la última vez que el conocido, sin haber sido invitado, se detuvo en el castillo del tercer hombre, para saludar. El hombre flaco de traje y sombrero sonríe y descubre que hacía mucho no sonreía de esa manera, como quien acaba de ganarse la lotería. El conocido pregunta si el hombre flaco de traje y sombrero tiene el número telefónico del tercer hombre. No. Tampoco lo quiere, o sí, pero preferiría no tenerlo, por si acaso. No puede evitarlo. Acaba teniendo el número escrito en una factura de la ferretería.
Camino a Cambridge, se detiene en una gasolinera, pide un té con leche y un sándwich de ensalada de pollo. Sin pensarlo demasiado, hace la llamada desde una cabina apretada que huele a cloro, junto a un refrigerador lleno de helados. Hablan. No mucho. Lo justo. El hombre flaco de traje en sombrero pregunta por la familia. Todo bien. El tercer hombre le pregunta si ya tiene familia. No, ese barco ya zarpó, no la tendré. El tercer hombre pregunta si se quedará mucho tiempo en Inglaterra. No, definitivamente no. El hombre flaco de traje y sombrero menciona el ejército y la vez que estuvieron juntos, una semana entera, vigilando un campamento enemigo. El tercer hombre dice que lo recuerda, no muy bien, pero tiene claro haber visto, muchas veces durante esa semana, la foto de la que ahora es su esposa. El hombre flaco se despide, y antes de colgar, dice no me creas si digo que soy tu amigo, algunas cosas nunca cambian. Los sé, responde, resignado y tranquilo, el tercer hombre. El hombre flaco de traje y sombrero sube a su auto, un Toyota Camry del 99, que le salió prácticamente gratis. En su mente dos palabras: Maggie Gibbson.
Camino a Cambridge, se detiene en una gasolinera, pide un té con leche y un sándwich de ensalada de pollo. Sin pensarlo demasiado, hace la llamada desde una cabina apretada que huele a cloro, junto a un refrigerador lleno de helados. Hablan. No mucho. Lo justo. El hombre flaco de traje en sombrero pregunta por la familia. Todo bien. El tercer hombre le pregunta si ya tiene familia. No, ese barco ya zarpó, no la tendré. El tercer hombre pregunta si se quedará mucho tiempo en Inglaterra. No, definitivamente no. El hombre flaco de traje y sombrero menciona el ejército y la vez que estuvieron juntos, una semana entera, vigilando un campamento enemigo. El tercer hombre dice que lo recuerda, no muy bien, pero tiene claro haber visto, muchas veces durante esa semana, la foto de la que ahora es su esposa. El hombre flaco se despide, y antes de colgar, dice no me creas si digo que soy tu amigo, algunas cosas nunca cambian. Los sé, responde, resignado y tranquilo, el tercer hombre. El hombre flaco de traje y sombrero sube a su auto, un Toyota Camry del 99, que le salió prácticamente gratis. En su mente dos palabras: Maggie Gibbson.
Esta es mi versión, personal y confianzuda, del tema “I Will Kill Again”, de Jarvis Cocker, quien fuera el líder de la banda inglesa Pulp. El track está incluido en su primer trabajo solista, “Jarvis”, aparecido a finales del 2006.
La letra:
Build yourself a castle (haste un castillo)
Keep your family safe from harm (mantén tu familia fuera de peligro)
Get into classical music (métete en la música clásica)
Raise rabbits on a farm (cría conejos en una granja)
Log on in the night time (entrada la noche)
Drink a half-bottle of wine (bebe la mitad de una botella de vino)
Buy a couple of records (compra un par de discos)
Look at naked girls from time to time (mira mujeres desnudas de vez en cuando)
And people tell me (y la gente me dice)
what a real nice guy you are (lo buen tipo que eres)
So come on, serenade me (dale, dame una serentata)
on your acoustic guitar (con tu guitarra acústica)
And don't believe me (y no me creas)
if I claim to be your friend (si digo que soy tu amigo)
'cos given half the chance (porque si me dan la mitad de una oportunidad)
I know that I will kill again (mataría de nuevo)
I will kill again
And wouldn't it be nice (¿no sería grandioso--)
for all the world to live in peace? (--si el mundo viviera en paz?)
And no-one gets ill or ever dies (y nadie se enfermara ni muriera)
or dies of boredom at the very least (o muriera de aburrimiento como mínimo)
And people tell me
what a real nice guy you are
So come on, serenade me
on your acoustic guitar
And don't believe me
if I claim to be your friend
'cos given half the chance
I know that I will kill again
I will kill again
I will kill again
I will kill again
I will kill again
I will kill again
6 comentarios:
Gran canción, y está simpático el cuentito. Me recuerda a un libro de escritos basado en canciones de rock que se llamaba lit riffs. Diría yo que el sentido en la canción es bastante hiperbólico, como para que uses para tu interpretación un asesino en serie, por rayar en lo obio..En fin, te puedo cruzar el lit riffs un rato de estos si te tinca..
Bacana la manera de hablar de la canción. Ni Pulp ni Jarvis han sido de mis favoritos, pero a que negar que la canción es buena. Para mi tu historia encaja perfectamente con la atmosfera y la letra del tema. chevre,.
Abrazos
Jarvis no esta entre mis favoritos y Pulp salvo Disco 2000 q me traen recuerdos bacanes tampoco.
En todo caso muy buena analogía, de hecho me gusta mas tu historia q la cancion en si.
Saludos :)
sabes que ni leyendo el titulo me pude imaginar que hacias referencia a la cancion de Cocker...
y al igual que otros comentantes me quedo mas con el cuento que con la cancion... o bueno, ahora tal vez la escuche diferente...
del Jarvis (osea del disco) prefiero la popera don't let him waste yor time...
pero eso es escuchar de verdad... y una imaginacion hiperactiva
Si no me equivoco estos ingleses tienen una tendencia a armar canciones sobre asesinos seriales y jugar a las perspectivas de eso. Simepre desde el asesino, aunque croe que Morrisey en "Suffer little children" (vaya título y excelente canción) se decide por el lado de los niños masacrados en los crímenes del lago Moor yh habla desde ellos.
Y coincido con otros más arriba, el reltao está mejor que la canción.
Un saludo, loco
Sean,
espero ese Lit Riffs como c espera la navidad a los siete años.
Urdánigo,
Creo, firmemente, que deberías darle otra oportunidad a Pulp, son d lo mejor q hay, según yo, pop lleno de maldad, malintencionado, con estilo, estética y sentido del humor. piénsalo, ja!
abrazo
Natyco,
Pulp tiene todo mi respeto, los defiendo cada vez q puedo. vuelve a ellos, ahora q ha pasado tanto desde disco 2000, ahora q estamos en disco 2008.
gracias x quedarte con el cuento, así estará en buenas manos.
este viernes Los Pescados en Gkill, en Diva, ahí nos vemos.
Autómata,
q bacán q hayas conectado con el cuento. x un momento pensé q estaba loco, pero veo, x los comentarios, q no lo estoy, o todos lo estamos... la buena noticia es q no estamos solos.
saludos
Barros,
me halagas, mucho, demasiado, tanto, q creo q exageras descaradamente y q pronto me pedirás un favor... ja!
gracias bro
aguante el pie negro
ahí tienes el nombre para la banda!!
EL PIE NEGRO
jfa
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