5.31.2011

Un padre, un hijo y después un libro


De lo mejor que he leído en este año y en cualquier otro. Un clásico dentro de los clásicos que hablan sobre relaciones padre-hijo, relaciones dañadas, disfuncionales pero unidas a su manera, relaciones de gente que no puede dejar de quererse aunque lo intente.

En el fondo, mi padre afrontó la muerte como había vivido: callándoselo todo, en silencio, fiel por entero a la idea que siempre quiso transmitir de sí mismo, una idea nada sentimental, aunque él lo fuera, enemiga de cualquier engolamiento, alérgica a provocar compasión. Igual que en vida tenía pánico a las palabras, a mostrar con ellas su interior, en su enfermedad, fuera de breves lamentos o de ocasionales búsquedas de consuelo, no se permitió hablar de la muerte. Pocas veces se derrumbó, solo dos, que yo sepa, y en ambas a solas conmigo. En público nunca se quejó. Incluso cuando los hechos comenzaron a ser demasiado calamitosos para ignorarlos, se esforzó en aparentar una actitud resignada. Sus únicos preparativos, al poco de que lo operaran, cuando la evolución de la enfermedad aún no le había hecho descartar la curación, fueron apostatar y hacer el testamento vital. Después de que los dos trámites estuvieron cumplidos, se encerró en el silencio y delegó en mí todo lo que a partir de entonces fuese necesario: los médicos, las casas, su vida. No quiso saber más. Sólo me hizo una petición: que, llegado el momento, no celebrara un funeral sino una fiesta en la que sus amigos pudieran tomar una copa.

5 comentarios:

Pablo Rosero Rivadeneira dijo...

Juan Fernando:

Yo, que aún no me recuperaba de la lectura de Hablas Demasiado y ahora le das al clavo de mis más oscuras negaciones con este texto que iré volado a comprarlo. Con la sola lectura de tu post me parece ver a mi viejo que emerge de su contradicción y su soledad.

¿Por qué será que siempre buscamos analogías? Mientras leía HD (que por cierto esas siglas no terminan de convencerme) en algunas cosas me veia reflejado en Miguel y en otras era Castor la imagen literaria de uno de mis mejores amigos de toda la vida. De esos que uno puede hacer solo en colegios como el Rey de Reyes.

Me leí HD de un solo tirón. Bueno, a decir verdad en dos tirones: un viernes de feriado y un sábado en el que preferí leer en lugar de irme a mi pueblo y cumplir los rituales familiares.

Bien por HD, bien por los Juguetes (esos me los leí en el baño de la U, mientras esperaba la hora para dar examen de Historia de la Antropología II). Si así llueve, que no escampe.

Un abrazo,

Pablo

PD: En la escena de la serenata creo que me hubiera encantado, pero no hubiera podido ser Miguel. Mucho menos hubiera sido el "maricón de Lucas". Salvo por lo de maricón, creo.

Anónimo dijo...

Ahora nos hacen falta recomendaciones de películas, de música, de lo que sea. No desaparezcas tanto tiempo, maldición.

Juan Fernando Andrade dijo...

personal,

veo q la novela sigue sumando amigos y me alegra q uds estén en esa lista. el tiempo no me alcanza pa postear tanto como antes pero aquí seguimos y seguiremos. recuerden q esta es una calle d doble vía, así q cualquier recomendación d alimento cultural q tengan pues no duden en publicarla x acá.

saludes

Anónimo dijo...

Amigo disculpa el atrevimiento para sugerirte dos libros el origen de ls tristeza y la ley de la ferocidad de pablo ramos...se convirtieron en mis libros de culto y tienen esa tematica tan dificil q es la del padre e hijo al igual q la piel del miedo de javier vasconez. Un abrazo. KROS (a los tiempos) je

Anónimo dijo...

Desde luego una tematica delicada y dificil. No sé si este libro estadisponible, intentaré comprarlo.
El post estupendo.
Un saludo.

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