7.04.2011

Una conversación para evolucionar


David Byrne, co-fundador de la mítica banda Talking Heads y activista de la bicicleta, estará en Quito el próximo jueves 21 de julio para dar una charla sobre el futuro de la movilidad urbana. El acto, titulado "Una conversación para evolucionar", contará con varios panelistas ecuatorianos y será en el Centro de Arte Contemporáneo El Bicentenario, a las 19h00. Aunque la info estará circulando por varios medios en cuestión de días, los mantendré al tanto de cualquier novedad.


Mientras tanto, una reseña del libro que Byrne presentará esa noche en Quito.


Escribir en bicicleta

David Byrne, mejor conocido como el líder de Talking Heads, la banda que en los 80’s descubrió aplicaciones insólitas para la música pop norteamericana, es mucho más que eso.

Es un artista visual con aliento transgresor y un obrero de la plástica cuyas instalaciones están entre lo más divertido e ingenioso del medio. Es también un hombre-pedal, un activista de la bicicleta que va por el mundo sobre dos ruedas convencido (y tratando de convencer a otros) de que el futuro de la movilización urbana está en un invento del pasado. Por último, es el autor de Diarios de bicicleta, un libro de viaje que atraviesa Berlín, Estambul, Buenos Aires, Manila, Sídney, San Francisco, Nueva York, y se cuenta desde la perspectiva del pequeño asiento triangular de una bicicleta portátil.

Para tranquilidad de todos, no son los tweets de un turista que se asombra cuando encuentra burros cruzando la calle o, lo que capaz fuese peor, los líos no resueltos de un rockstar que viaja en busca de paz espiritual para su vida de lujo decadente y sexo sin sentido. Los capítulos-viajes están llenos de observaciones sinceras, oportunas y maduras, sobre los temas más variados: las repercusiones de la administración Bush (a la que se refiere como El Imperio del Mal), la obra del austriaco Otto Muehl “que estuvo preso porque supuestamente tuvo sexo con todo y todos en su comuna, incluyendo niños”, lo increíblemente desconectados que están los países latinoamericanos entre sí, lo sobrecogido que nuestro narrador-protagonista se siente frente a las rocas de Uluru, en el centro de Australia, donde “por alguna razón, examinando el montículo, me quebré﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽uebrmontnte a las rocas deesierto de Uluru niños" e viaja en busca de paz espiritual y sentido para su vida de excesosé y empecé a llorar, inexplicablemente”. Como tiene que ser, más temprano que tarde, uno viaja sobre los conos de la llanta trasera, mirándolo todo con la boca abierta.

Diarios de bicicleta se despide cuando Byrne, de vuelta en su departamento neoyorquino, se emociona imaginando el día en que Manhattan sea un gran parque para ciclistas: propone estrategias que han resultado en otros ciudades y, sin mucho esfuerzo, te contagia, te pone de su lado. Ahí, cuando cierras el libro y te das cuenta de que tienes ganas de pedalear por todo el mundo y conocer gente y seguir pedaleando, es obvio que el libro funciona como una de esas canciones que, lo quieras o no, te ponen a bailar.

(El Comercio, 03/07/11)



4 comentarios:

mono-tono dijo...

hola broder que chevere reseña sabes donde puedo conseguir el libro me pique mall plan!! jeje

Marco dijo...

"... es obvio que el libro funciona como una de esas canciones que, lo quieras o no, te ponen a bailar." Frases así hacen que me interese leerte.

Biola dijo...

Porque en cleta, también se llega!

Juan Fernando Andrade dijo...

personal,

el libro aún no llega al Ecuador, toca esperar hasta la noche misma del lanzamiento. paciencia, q vale mucho la pena!