Seamos francos, todos queríamos ver Titanes del Pacífico por una sola razón: Guillermo del Toro. El director mexicano, titán chilango del cine en español, ya había pasado por Hollywood con muchísimo éxito cuando se hizo cargo de Hellboy, el antihéroe borracho, mal genio y masculinamente inmaduro que vino del infierno, en dos partes que están entre lo mejor que hasta ahora se haya adaptado de un cómic. Por eso, cuando supimos que le habían dado 180 millones de dólares para hacer una película de robots gigantes contra monstruos de ultramar, pensamos, “bueno, si alguien puede hacer que algo así funcione, ese es del Toro”. Y eso es todo lo que nos queda: robots gigantes y monstruos de ultramar sacándose la madre.
Para explicar este coloso que de tan pesado y estridente apenas logra moverse, existe una teoría basada en los cálculos del chisme. Del Toro aceptó dirigir esta película al apuro y a ciegas porque cargaba sobre sus hombros dos frustraciones enormes: no haber podido filmar la obra del escritor norteamericano de weird fiction H. P. Lovecraft ni la versión que quiso del Hobbit, que terminó en manos de, claro, Peter Jackson. Solo así (y a ratos ni así) se entiende que en la obra de un director que ha subrayado la humanidad de sus personajes entre Faunos y momias nazis calce una cinta como esta, preocupada por el espectáculo y que seguramente, como dice uno de los personajes al principio, termine convertida en juguetes para cajitas felices.
Quisiera poder hablar de algún personaje pero ninguno se quedó en mi retina y a solo unas horas de haberlos conocido casi los he olvidado por completo. Me quedo, eso sí, con la batalla de Gipsy Danger y alguna criatura cuyo nombre no pesqué en las calles de Hong Kong, secuencia digna del Cirque du Soleil aunque resulte difícil creer que con semejante rigidez, un robot de esas proporciones y que necesita recibir diez órdenes distintas antes de mover un dedo pueda someter a un dinosaurio cabreado (a la final, eso son, ¿no?). De los “seres humanos”, nada. Ni sus diálogos en tono de discurso con doble moral (Top Gun / Robotech) que llegan al colmo de la vergüenza ajena cuando se pronuncia la frase “hoy vamos a cancelar el apocalipsis”; ni sus traumas infantiles y baratos y llorones; ni ese final amarillista y rosa.
Tengo la esperanza de que del Toro se haya vengado, si eso es lo que buscaba, o por lo menos se haya dado gusto detonando todos sus antojos de embarazado en la gran explosión submarina. Ojalá le quede algo de esos 180 millones para hacer una película de verdad.
(El Diario)
(El Diario)
4 comentarios:
You missed the point, ñaño.
Creo lo mismo que el comentario de arriba. Es una película totalmente lúdica y que no se toma en serio a sí misma, cumple ese objetivo y con creces. Es más, ese es el diferenciador con tanta basura de blockbuster rondando por ahí, que no se toma en serio a sí misma y los personajes son utilitarios para ese fin.
bróderes
creo que sí, yo me lo perdí porque la verdad es que no lo encuentro, fuera de la secuencia de acción que menciono, la plena que no me divertí nada... y eso que a mí me gustó man of steel.
saludes
Sólo es una película de acción, creo que el problema es pensar que por ser Guillermo del Toro nos mostraría algo más. Estuvo divertida, eso sí no recuerdo el nombre de ningún personaje.
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