Película de 1986. Con Paul Newman, Tom Cruise y Mary Elizabeth Mastrantonio (Gina Montana, la hermana de Tony, en la Scarface de De Palma). Una historia sobre el billar contada sobre mesas de billar. De paso, bajo la mano de Scorsese, posiblemente los mejores encuadres y movimientos de cámara que la historia del billar haya tenido jamás. También, una historia sobre el miedo a envejecer mal y terminar siendo algo que uno nunca quiso.
Fast Eddie Felson (Newman) es un veterano jugador de billar que no juega más. En sus días de gloria, Ed, como le gusta que le digan, era invencible. Hizo mucho dinero ganando, pero más dinero hizo perdiendo. Su talento no era jugar muy bien al billar sino, como él mismo dice, “entender los movimientos humanos”. Ed sabía cuándo parecer un idiota para que los otros bajaran la guardia. Su táctica era la del caballo de Troya. Y su truco era simple: cero lámpara. Ed juega, se mueve y se ve como un caballero. Cuando lo conocemos, bebiendo en la barra de su bar mientras flirtea con su novia de toda una larga vida, no está jugando. Se dedica a vender whisky. Le va bien. Se viste con estilo y maneja un Cadillac blanco.
El que está jugando es Vincent (Cruise), un joven arrogante que barre el piso con quien se le pare en frente. Vincent está con Carmen (Mastrantonio), su novia. Carme es unos años mayor que Vincent, mucho más recorrida que Vincent y casi tan soberbia como Vincent. Se conocieron en una estación de policía. Al ex de Carmen lo atraparon robando la casa de los padres de su novio actual. Ella manejaba el auto en el que se suponía escaparían, así que también la arrestaron. Amor a primera vista, que le dicen.
En el bar ya no quedan rivales, Vincent le ha vaciado los bolsillos a todos y ahora nadie se atreve. Mientras alguien se envalentona, Vincent juega Stocker, su videojuego favorito. Vincent cree que Stocker es realmente difícil, todo un arte, no como el billar, donde “sólo tienes bolas y un palo y hay que meter las bolas en los huecos, no big deal”. Cree que en el futuro todo funcionará como en los videojuegos, “como en esa película, Star Wars, ¿la viste?” Cada mesa cuesta 20 dólares. Ed se sienta detrás de Carmen y cuando ella le pregunta si quiere jugar, él dice sí, pero no lo hará por menos de 500. Carmen se queda fría. Ed entra al juego de Vincent y Carmen. Se forma el triángulo que nos arrastrará a lo largo de todo el film.
Ed quiere manejar a Vincent, dice que si le hace caso, ambos pueden ganar mucho mucho dinero. Ed ya tiene el dinero, lo que le falta en la vida es acción, “El dinero ganado es dos veces más dulce que el dinero merecido”, sentencia. Vincent necesita pensarlo. Ed le habla de Carmen, le dice que ella está aburrida, y que es mucha mujer para quedarse en bares de cuarta viendo jugar billar a su novio. Entonces Vincent toma la decisión.
En el camino, Ed trata de enseñarle a Vincent todo lo que sabe, no del billar, sino de los movimientos humanos. Vincent es terco, inmaduro, necio, no quiere aprender, quiere hacer un show, que la gente lo vea con la boca abierta, quiere quedarse con los billetes y con la chica y, de paso, humillar a todo el que esté a la mano. Aquí empiezan las distancias y el gran conflicto entre un maestro y su alumno. Sí, hay una ruptura y, como sospechan, una gran batalla en el tercer acto. Eso si hablamos de trama. Pero lo imperdible en “El color del dinero” no son las partidas, sino, volviendo a Ed, los “movimientos humanos”.
La película está basada en una novela del escritor americano Walter Tevis (1928-1984). “El color del dinero” fue su último libro, escrito el mismo año de su muerte. Del libro no se mucho. A quien tenemos que ponerle el ojo es a Richard Price, un gran escritor que adaptó la novela para que Scorsese tuviera película. Price se queja de su trabajo en el cine, dice que los guiones le pagan el tiempo que gasta en sus novelas, y que por eso tiene que escribirlos, para vivir cómodamente. Tal vez sea así, bien por él. Lo cierto es que escribe películas donde los diálogos y las personas, más que los personajes, son lo que importa. En “El color del dinero”, Ed y Vincent construyen un lazo que se rompe, el tipo de lazo con el que se hacen y deshacen las historias. Ed quiere, a su manera, salvar a Vincent, hacer del chico una versión editada, corregida y mejorada de sí mismo. Vincent, en cambio, cree que puede andar por la vida sólo, la única persona que le interesa es Carmen. Cuando Ed le pregunta a Carmen qué fue lo que Vincent vio en ella, Carmen responde, “Él es el mejor, eso fue lo que vio en mi”. Grande.
Los críticos no fueron muy amables con esta cinta, sobre todo, porque es un film de Martin Scorsese y la gente esperaba “más” (algo parecido a lo que pasa con There Will Be Blood, de Paul Thomas Anderson). Creo que justo ahí está la personalidad del film: no hay mafiosos, ni pandillas, ni grandes escenarios. Scorsese pone los diálogos de Price por encima de cualquier cosa, y sólo se embala durante las partidas de billar. De alguna forma, ésta es una película de escritor. “El color del dinero” es un lado B en la filmografía de Socorsese, si estuviese en un Box Set, seguro estaría entre las rarities.
Richard Price escribió, también para Scorsese, “Life Lessons”, uno de los mejores cortos que he visto en mi vida, con Nick Nolte y Rosanna Arquette. La historia es original de Price y la fotografía del prestigioso Néstor Almendros (de quien ya hablaremos). En YouTube hay una versión editada, por eso no la pongo. Pero tal vez se consiga, forma parte de “New York Stories”, donde además hay cortos de Woddy Allen y Francis Ford Copolla.
“El color del dinero”, desde hace relativamente poco, se consigue en Quito y, espero, por lo menos también en Guayaquil. Toca ir allá donde usted sabe.
Con ustedes, Richard Price. Que entiende perfectamente los movimientos humanos.
Fast Eddie Felson (Newman) es un veterano jugador de billar que no juega más. En sus días de gloria, Ed, como le gusta que le digan, era invencible. Hizo mucho dinero ganando, pero más dinero hizo perdiendo. Su talento no era jugar muy bien al billar sino, como él mismo dice, “entender los movimientos humanos”. Ed sabía cuándo parecer un idiota para que los otros bajaran la guardia. Su táctica era la del caballo de Troya. Y su truco era simple: cero lámpara. Ed juega, se mueve y se ve como un caballero. Cuando lo conocemos, bebiendo en la barra de su bar mientras flirtea con su novia de toda una larga vida, no está jugando. Se dedica a vender whisky. Le va bien. Se viste con estilo y maneja un Cadillac blanco.
El que está jugando es Vincent (Cruise), un joven arrogante que barre el piso con quien se le pare en frente. Vincent está con Carmen (Mastrantonio), su novia. Carme es unos años mayor que Vincent, mucho más recorrida que Vincent y casi tan soberbia como Vincent. Se conocieron en una estación de policía. Al ex de Carmen lo atraparon robando la casa de los padres de su novio actual. Ella manejaba el auto en el que se suponía escaparían, así que también la arrestaron. Amor a primera vista, que le dicen.
En el bar ya no quedan rivales, Vincent le ha vaciado los bolsillos a todos y ahora nadie se atreve. Mientras alguien se envalentona, Vincent juega Stocker, su videojuego favorito. Vincent cree que Stocker es realmente difícil, todo un arte, no como el billar, donde “sólo tienes bolas y un palo y hay que meter las bolas en los huecos, no big deal”. Cree que en el futuro todo funcionará como en los videojuegos, “como en esa película, Star Wars, ¿la viste?” Cada mesa cuesta 20 dólares. Ed se sienta detrás de Carmen y cuando ella le pregunta si quiere jugar, él dice sí, pero no lo hará por menos de 500. Carmen se queda fría. Ed entra al juego de Vincent y Carmen. Se forma el triángulo que nos arrastrará a lo largo de todo el film.
Ed quiere manejar a Vincent, dice que si le hace caso, ambos pueden ganar mucho mucho dinero. Ed ya tiene el dinero, lo que le falta en la vida es acción, “El dinero ganado es dos veces más dulce que el dinero merecido”, sentencia. Vincent necesita pensarlo. Ed le habla de Carmen, le dice que ella está aburrida, y que es mucha mujer para quedarse en bares de cuarta viendo jugar billar a su novio. Entonces Vincent toma la decisión.
En el camino, Ed trata de enseñarle a Vincent todo lo que sabe, no del billar, sino de los movimientos humanos. Vincent es terco, inmaduro, necio, no quiere aprender, quiere hacer un show, que la gente lo vea con la boca abierta, quiere quedarse con los billetes y con la chica y, de paso, humillar a todo el que esté a la mano. Aquí empiezan las distancias y el gran conflicto entre un maestro y su alumno. Sí, hay una ruptura y, como sospechan, una gran batalla en el tercer acto. Eso si hablamos de trama. Pero lo imperdible en “El color del dinero” no son las partidas, sino, volviendo a Ed, los “movimientos humanos”.
La película está basada en una novela del escritor americano Walter Tevis (1928-1984). “El color del dinero” fue su último libro, escrito el mismo año de su muerte. Del libro no se mucho. A quien tenemos que ponerle el ojo es a Richard Price, un gran escritor que adaptó la novela para que Scorsese tuviera película. Price se queja de su trabajo en el cine, dice que los guiones le pagan el tiempo que gasta en sus novelas, y que por eso tiene que escribirlos, para vivir cómodamente. Tal vez sea así, bien por él. Lo cierto es que escribe películas donde los diálogos y las personas, más que los personajes, son lo que importa. En “El color del dinero”, Ed y Vincent construyen un lazo que se rompe, el tipo de lazo con el que se hacen y deshacen las historias. Ed quiere, a su manera, salvar a Vincent, hacer del chico una versión editada, corregida y mejorada de sí mismo. Vincent, en cambio, cree que puede andar por la vida sólo, la única persona que le interesa es Carmen. Cuando Ed le pregunta a Carmen qué fue lo que Vincent vio en ella, Carmen responde, “Él es el mejor, eso fue lo que vio en mi”. Grande.
Los críticos no fueron muy amables con esta cinta, sobre todo, porque es un film de Martin Scorsese y la gente esperaba “más” (algo parecido a lo que pasa con There Will Be Blood, de Paul Thomas Anderson). Creo que justo ahí está la personalidad del film: no hay mafiosos, ni pandillas, ni grandes escenarios. Scorsese pone los diálogos de Price por encima de cualquier cosa, y sólo se embala durante las partidas de billar. De alguna forma, ésta es una película de escritor. “El color del dinero” es un lado B en la filmografía de Socorsese, si estuviese en un Box Set, seguro estaría entre las rarities.
Richard Price escribió, también para Scorsese, “Life Lessons”, uno de los mejores cortos que he visto en mi vida, con Nick Nolte y Rosanna Arquette. La historia es original de Price y la fotografía del prestigioso Néstor Almendros (de quien ya hablaremos). En YouTube hay una versión editada, por eso no la pongo. Pero tal vez se consiga, forma parte de “New York Stories”, donde además hay cortos de Woddy Allen y Francis Ford Copolla.
“El color del dinero”, desde hace relativamente poco, se consigue en Quito y, espero, por lo menos también en Guayaquil. Toca ir allá donde usted sabe.
Con ustedes, Richard Price. Que entiende perfectamente los movimientos humanos.
5 comentarios:
Por esa pelicula aprendia jugar billa. Nada más que decir.
no es nestor almendros?
Yo vi esta película hace años en la tele, en algún canal nacional, cuando era pelado, cuando aún no sabía quien era Price, ni Martin Scorsese, algo me tuvo que haber inquietado porque recuerdo ciertos detalles, venía cultivando el gusto por esas historias sencillas, emocionantes, duras. De Richard Price escuché por Fuguet, el tipo es fan del americano. Hay un texto en la web muy bueno, emotivo, chévre donde Fuguet cuenta la vez que viajó a Nueva York y conoció a Price y comió con él. Seguramente ya lo has leído, de todas formas dejo la dirección por si acaso alguien de por aquí quiera ojearlo o volverlo a ojear. http://www.letras.s5.com/af100606.htm
Richard Price es un pendiente.
Saludos
Soy un fan de la billa (pool), asi como del buen cine. Esta película es super entretenida, pero creo que existe una que le supera, se llama POOLHALL JUNKIES. La vi en USA hace 4 años, es relativamente nueva, y la encontré por casualidad en un local pirata en Quito con el nombre de EL GRAN JUEGO (ya sabemos como le cambian los nombres cuando se traducen al español). Al igual que Color of Money, lo mas importante de la pelicula son los dialogos espectaculares del maestro Christopher Walken con Marc Calahan (actor desconocido para mi, creo que lo contrataron por ser un maestro del pool), pero con mejores imagenes y jugadas en la mesa.
RECOMENDADA 100%...para mi, solo faltó Scorcese en esta pelicula...
Saludos
Ludovico,
me queda claro lo que El color del dinero hizo por ti, algo, q' duda cabe, no menor. nada más q decir, mucho más x ver.
Sean,
en efecto. gracias x la supervisión editorial.
Jay,
gracias x el link. las puertas quedán abiertas para cualquier info q quieras traer.
soy fan d Fuguet. conozco el artículo, salió en Gatopardo, es lo máximo. Fuguet Rules!!! dicen q viene al Ecuador, esperemos q sea cierto.
pronto haré un post sobre Clockers, el libro d Price q él mismo adaptó para la peli q dirigió Spike Lee.
grande Price, q capta q los diálogos también son el alma.
Cordoviche,
gracias x el dato. trataré d conseguir la película en este mismo instante.
salu2
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