Muchacha (Meisje)
Bélgica / 2002 / 94 min.
Dirigida por: Dorothée van den Bergue.
Escrita por: Peter Van Kraaij y Dorothée van den Bergue.
La muchacha se llama Muriel, tiene veinte años, vive en una comunidad pequeña, con su familia, y trabaja en una fábrica de algo que no sabemos bien qué es. Muriel ha decidido mudarse a Bruselas, que vendría a ser la gran ciudad. Con la mudanza vienen los rompimientos, con su familia, con su trabajo, con su novio, con una vida que, según ella, puede ser mejor de lo que es.
En Bruselas, Muriel consigue un trabajo en un museo. No es el trabajo que andaba buscando, pero es un trabajo y le permite alquilar un estudio dónde vivir. El estudio le pertenece a Laura, que es mayor que Muriel, mayor en todos los sentidos, experimentada, vivida, con varias horas de vuelo acumuladas. Laura tiene un novio y quiere tener un hijo, pero como ella misma dice, “siempre escojo mal a los hombres: o chicos que no tienen hijos, u hombres que ya los tienen” La vida sentimental de Laura, se nota, ha sido caótica y dedicada. La muchacha y la mujer se hacen amigas. La muchacha envidia a la mujer, pretende esa libertad sin saber todos los problemas que acarrea, hasta que descubre las desventuras de una vida por sí sola, y se tiene que fajar y no sabe qué hacer y termina aprendiendo, por las malas, que cambiar de lugar, de amigos y de entorno, no significa la felicidad inmediata, ni una tragedia insalvable.
Grandes actuaciones. Pequeños conflictos que nos tocan a todos. Algo lenta, pero segura.
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25 grados en invierno (25 degrés en hiver)
Bélgica / 2004 / 100 min.
Escrita y dirigida por: Stéphane Vuillet.
Hacían cien años desde la última vez que hizo tanto calor en un día de invierno bruselense. (En la costa ecuatoriana, 25 grados, en invierno o verano, son del todo apetecibles). Sonia ha llegado, ilegalmente, desde Ucrania, está buscando a su esposo, al que no ha visto en tres años. Por esas cosas de la vida, Sonia termina metida en el auto de Miguel, hijo de inmigrantes españoles, padre de una niña simpatiquísima llamada Laura, y esposo de una mujer que sólo conocemos por teléfono y que vive en Nueva York, donde, al parecer, se dedica a cantar.
El día de Miguel empezó bien, soñó que el Real Madrid le ganaba 4-0 al Barcelona. Despertó tarde, pero contento. Fue a comprar cigarrillos y apostó, con dinero ajeno, al resultado que había soñado. Las posibilidades de que tal cosa suceda son mínimas, pero un sueño es un sueño y si no le apostamos a esas visiones no nos queda mucho por hacer sobre esta tierra. Con la presencia de Sonia, el día se complicó. Además, su hija Laura tuvo una riña en la escuela y fue a parar a la clínica con un par de puntos, nada grave. Su abuela, una Carmen Maura que brilla en cada línea, en cada gesto, fue por ella y ahora la niña, la abuela, la ucraniana y Miguel van a compartir un largo día en el que todo será una apuesta. Sonia quiere encontrar a su esposo, que no aparece por ningún lado. Laura quiere viajar a Nueva York a ver a su madre y no entiende por qué su padre se porta tan bien con otra mujer. La abuela se mete en todo y con todos. Y Miguel, lo único que quiere es que este día acabe. Cuando caiga el sol, muchas cosas habrán caído y otras empezarán a crecer.
Divertida, tierna, una de esas historias que conmueven por lo mucho que los personajes aprenden el uno del otro, o, en este caso, el uno de las otras.
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1 comentario:
Meisje: puntos críticos en la vida, intimidad femenina y sacrificios, coincido en lo de lenta..
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