11.24.2008

El oficio escogido.


El sábado pasado, estuve con el cronista-escritor-amigo Esteban Michelena. Me invitó a su programa “Los Pastores del Asfalto”, al aire por radio La Luna una vez por semana, cuando el presidente ha concluido su acostumbrada cadena nacional itinerante. El motivo, como no podía ser de otra manera, fue “La fiesta del libro” y el encuentro de cronistas latinoamericanos que viene a justa y necesaria colación. Hablamos de la crónica como género literario-periodístico y, sobre todo, como estilo de vida. Durante los primeros minutos de show (también de nervios y bromas para aligerar el ambiente) recibimos la llamada de otro cronista-amigo-aliado, Francisco Santana, que escribe en El Telégrafo y está encargado de “Demo”, sección dedicada al rock nacional. Pancho me preguntó porqué estando la crónica en su mejor momento internacional, en el Ecuador se la trata tan mal.

Aunque creo que cada vez se la trata mejor (o menos mal), estoy de acuerdo con Santana, el género sufre maltrato a diario, especialmente en los periódicos. Los que publicamos en revistas (puedo hablar de mi experiencia personal, SoHo y Mundo Diners), mal que mal, tenemos tiempo. Tiempo para escoger el tema, para ir al lugar de los hechos, investigar y, lo más importante, convivir con los personajes, escucharlos, ser amigos pasajeros, correr esa milla extra junto a ellos y tratar de llegar vivos a la meta. Ahora bien, hablo de días, semanas en el mejor de los casos, cuando deberían ser meses y, por qué no, años. Quienes laburan en periódicos, me dicen que hay que correr y así, obvio, no puedes pretender mucho. Sería idiota pensar que de una entrevista de cinco minutos van a salir crónicas que peleen el Pulitzer. Creo firmemente, y espero no estar pecando de ingenuo optimismo juvenil, que en nuestro país cada vez hay mejores escritores y cronistas, creo que éste es el momento y que nuestro trabajo es construir el Ecuador-literario-periodístico en el que queremos vivir, levantar muros de letras y pararnos sobre ellos a ver el horizonte. Para esto, hace falta que los editores de periódicos y revistas se sumen al esfuerzo. Ojo, este asunto es clave, sin editores jugando del mismo lado que los cronistas no iremos a ninguna parte. Editar no es fácil y es mucho más emocionante viajar persiguiendo historias. Editar es, tal vez, el trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo, jugársela y apostar porque de pronto, aunque nos quieran decir que tal cosa es imposible, aunque pretendan meternos el dedo, en este país hay gente que disfruta de la lectura, de perderse en la vida privada y pública de otros. El mercado existe, está allá afuera, en los que compran revistas cuando van a Supermaxi. Tal vez no seamos Perú ni Colombia, mucho menos México o Argentina, pero igual somos.



Mañana, a las 15h00 en la sala Jorge Carrera Andrade (2do piso del flamante centro Eugenio Espejo), conversaré con Julio Villanueva Chang sobre este oficio que hemos escogido. Chang quiere hablar sobre la cocina de las historias, tanto en investigación como en reportería, imagino que a eso le sumaremos redacción y, como dice Chang, será algo “entre anecdótico y reflexivo pop”.

Nos vemos allá y ojalá en todos los actos de esta fiesta, haciendo El Aguante.

1 comentario:

ELEBÉ dijo...

Bonito,
para poder acudir responsablemente a nuestro tallercillo y poder estar a la altura con el resto de responsabilidades, voy a aparecer apenas el jueves. Le deseo suerte y rock. Avise cómo mismo es la huevada, lugar y hora principalmente. Besos.