12.27.2008

Temas post Celda.


Siempre paso las navidades en casa. Me gusta volver, para “las fiestas” y sólo por unos días, a Portoviejo, como en una película que se hará entre flashbacks o una canción de Bruce Springsteen (escuchar My Hometown, The Boss rockeando la nostalgia). Todavía tengo una familia inmediata que, sentada en una sala o a la mesa de un comedor, justifica perfectamente una agradable reunión. Volver. Get back to where you once belonged.

Una parte importante del pasajero regreso, es ver a esos amigos que alguna vez fueron los únicos, y los mejores. Sentarse a chismear, ponerse al día. Escuchar sus aventuras más recientes, sus romances más salvajes, los triunfos, los problemas. Cada uno ha tomado su rumbo y en eso estamos, enrumbándonos, apostándole al caballo que nos parece, desde las gradas, el más fuerte y el más veloz. En esas conversaciones, siempre llega un momento en que se habla de crecer, de transformarse en aquello que se conoce como un adulto responsable. Tengo amigos, amigos cercanos y buenos, que hablan de comprar terrenos, carros, casas, que hablan de invertir y de pensar en el futuro, tener un five year plan cada cinco años, porque todos corremos el inevitable riesgo de morir solos, pero a nadie le gustaría correr el riesgo de morir pobre. Y digo loco, si tuviera las sesenta y pico de lucas que quieres gastar en una volqueta para que te la alquile algún ministerio, me iría de viaje hasta agotar stock, lejos, a Asia, o a la India, o sería el rey de Crucita un año entero. Y mis panas se ríen y me miran como si se tratara de una broma cuando nunca he estado tan seguro de algo en mi vida. Si tuviera esa clase de dinero, a estas tempranas alturas del partido, haría todo lo posible por no preocuparme del futuro. Compraría hartos libros, instrumentos musicales, una manifestación de DVD’s y partiría, como Dylan, sin mirar atrás.


Una amiga me dice asustada loco, es que en seis meses voy a cumplir treinta, ¿si cachas? Cacho, obvio. Le digo tranqui, no es culpa tuya, le pasa a mucha gente. Mi amiga no se ríe, se preocupa. No se ha casado con un hombre exitoso y emprendedor, no es dueña de la casa en donde vive, no tiene hijos y, lo peor, la revista Forbes no la menciona en su lista de los millonarios más jóvenes del mundo, tampoco la nombran en los top-ten de E! ¡Por Dios! Oh-my-fucking-God! ¡Qué tragedia! Este tipo de comentarios-reclamos-llantos son comunes, creo, cuando una generación (en mi caso la del 81 y alrededores) se sabe más cerca de los treinta que de los veinte. Lo saben sobre todo los que ya se casaron y tienen hijos y cada año compran útiles escolares para acompañar la matrícula de la escuela. Allá, en el fondo, está un reloj, un inmenso e implacable reloj, y el péndulo rebota de lado a lado y el eco son los dientes de la bestia.

Este tipo de cosas son, precisamente, las que evitaron que Andrés Caicedo saliera de su celda. Entiendo perfectamente que AC no haya querido prestarse para esta pantomima de guardar la compostura. Tal vez en los tiempos que corren, con una buena cámara de video, una compu con final cut pro, imdb.com, amazon.com, YouTube, downloads, piratas, Criterion Collection y una serie de blogs administrados por él, AC no habría necesitado las sesenta pastillas de seconal. AC habría encontrado hermanos cósmicos en tierras lejanas, habría chateado con ellos y su soledad en algo se habría aplacado, habría visto películas suficientes como para no aburrirse y habría encontrado la forma de ser un adulto sin vivir en el rigor de la adultez. Su precoz y desbordante conocimiento habría sido recompensado en el siglo XXI. AC sería algo así como el capitán de esta venganza de los nerds que nos atraviesa y, quién sabe, capaz hasta tendría plata.

Hace unas semanas, saliendo de un cine de Mall de provincia, me quedé parado frente a la vitrina de un almacén de electrodomésticos. Tras el cristal estaba el combo perfecto: pantalla plana, DVD player, Blu Ray, Home Theatre sound system. Con muertos y heridos, los juguetes costaban casi tres mil dólares. Me puse a pensar que de tener ese dinero a la mano, lo usaría exactamente en eso y no en, por ejemplo, recorrer el Perú. Por un momento entré en pánico, me sentí viejo, anciano, acabado. Luego respiré tranquilo. Yo no me quiero matar, quiero seguir aquí. Y claro que quiero tener esa pantalla plana en mi casa. Pero todavía no. Hay un par de cosas que debo hacer antes.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hummm.... Espera a llegar a finales de los 30. Cada década suma preguntas. Eso es lo divertido del asunto.

Por otro lado, comprate el equipo de audio y video. Con 3K no duras mucho viajando, excepto que tengas plan B.

Anónimo dijo...

asi si que estoy jodido.... yo pensaba que con la edad llegaban las respuestas, yo a los 25 no se que hacerme con tantas preguntas... que sera a los 35?? aguantaré??

Anónimo dijo...

Lo importante son las preguntas. no hay respuestas. Lo triste, que con el tiempo dejas de preguntarte sabiendo que no hay respuestas.

Yo mera

Fanta dijo...

Buscando unas imagenes llegue a este blog .
Solo quiero decir gracias por compartir esto con nosotros , me resulta sumamente interesante ,sobre todo porque desconocia a este personaje por completo .
Exelente blog , felicitaciones !!