No recuerdo cómo se llamaba la revista, pero uno de los temas principales era una entrevista a Scott Weiland, que por entonces se había separado de los Stone Temple Pilots y había lanzado 12 Bar Blues, su primer álbum como solista. Era 1998, el grunge y aquellos fabulosos noventas estaban prácticamente extinguidos. Se suponía que Weiland estaba peor que nunca, perdido en la heroína y que por eso los STP habían decidido darse un break justo después de cancelar más de la mitad de la gira del Tiny Music... acaso su mejor álbum de estudio.
En la entrevista, si la memoria no me engaña y me invento recuerdos bacanes para sustituir a los mediocres, Weiland volvía cada tanto a una circunstancia particular. Decía que antes de empezar a grabar, había escuchado no sabía cuántas veces el álbum blanco de los Beatles, que eso era lo que buscaba, esa mezcla de libertad y experimentación que lejos de irse por las ramas construye una identidad (ahora bien, Lennon consumía heroína en los días blancos, así que seguramente Weiland sintió una conexión metafísica). No creo haber comprado esa revista por Weiland ni mucho menos haber leído la entrevista de entrada, pero estoy seguro de que compré 12 Bar Blues apenas la cerré, más movido por mi fanatismo a los Beatles y al fabuloso álbum blanco que por mi fe en el vocalista y compositor de STP.
12 Bar Blues, oficialmente, fue un fracaso en ventas y recibió malas críticas, sin embargo, no conozco a nadie que haya escuchado ese álbum y se haya decepcionado. 12... es un gran disco, lleno de ideas que se conservan frescas, buen gusto, actitud, nostalgia, dolor y feeling. Ya pasó una década desde su lanzamiento y aunque nunca conste en listas tipo “los 100 mejores discos de la historia” es, sin duda, uno de los mejores discos de la historia.
Tras su para mí cuestionable participación en Velvet Revolver, con los ex Guns & Roses, y su reunión con STP, Weiland se lanza de nuevo en solitario con Happy In Galoshes. Bajé una versión doble, de lujo o algo así, en la que vienen veinte temas. Lo escuché esperando la continuación de 12... , es decir, esperándolo todo. Las primeras dos o tres sentadas con el disco fueron arduas. Ciertas cosas me gustaron de una pero, en general, sentí que el Weiland solista había perdido algo, algo importante, en estos diez años. Casi cuando había decidido bajar los brazos y por lo tanto no escribir nada sobre Happy..., volví a escucharlo con calma, sin prisa, sin ansiedad, en plan comprensivo y buena onda, tratando de disfrutar en vez de calificar. Aun pienso que en términos generales, el disco es irregular y su versión de lujo cae en el exceso y en la redundancia (lo mismo que pensaba el bueno de George Martin cuando, apelando a la razón y sin conocer lo que deparaba el futuro, les sugirió a los Beatles que el álbum blanco no fuera un disco doble), pero también creo, estoy seguro, de que Happy... tiene no sólo algunas de las mejores canciones que Weiland traerá al mundo, sino también algunas de las mejores canciones que hayan existido jamás.
Si nos portamos rigurosos, Scott Weiland debería estar muerto. Sus recuperaciones y recaídas en las drogas deberían haberlo acabado hace años. Weiland ha estado preso, interno y ha tenido que abandonar los escenarios para ser tratado por médicos o para pincharse quién sabe dónde y con quién sabe quién (se supone que fueron Gilby Haynes y Paul Leary, fundadores de la banda Butthole Surfers, los que le presentaron a Weiland la heroína durante una gira en 1993). Aun así, sigue cantando, componiendo y haciendo discos valientes que no le temen al fracaso y, lo más importante, que lo mantienen con vida.
En la entrevista, si la memoria no me engaña y me invento recuerdos bacanes para sustituir a los mediocres, Weiland volvía cada tanto a una circunstancia particular. Decía que antes de empezar a grabar, había escuchado no sabía cuántas veces el álbum blanco de los Beatles, que eso era lo que buscaba, esa mezcla de libertad y experimentación que lejos de irse por las ramas construye una identidad (ahora bien, Lennon consumía heroína en los días blancos, así que seguramente Weiland sintió una conexión metafísica). No creo haber comprado esa revista por Weiland ni mucho menos haber leído la entrevista de entrada, pero estoy seguro de que compré 12 Bar Blues apenas la cerré, más movido por mi fanatismo a los Beatles y al fabuloso álbum blanco que por mi fe en el vocalista y compositor de STP.
12 Bar Blues, oficialmente, fue un fracaso en ventas y recibió malas críticas, sin embargo, no conozco a nadie que haya escuchado ese álbum y se haya decepcionado. 12... es un gran disco, lleno de ideas que se conservan frescas, buen gusto, actitud, nostalgia, dolor y feeling. Ya pasó una década desde su lanzamiento y aunque nunca conste en listas tipo “los 100 mejores discos de la historia” es, sin duda, uno de los mejores discos de la historia.
Tras su para mí cuestionable participación en Velvet Revolver, con los ex Guns & Roses, y su reunión con STP, Weiland se lanza de nuevo en solitario con Happy In Galoshes. Bajé una versión doble, de lujo o algo así, en la que vienen veinte temas. Lo escuché esperando la continuación de 12... , es decir, esperándolo todo. Las primeras dos o tres sentadas con el disco fueron arduas. Ciertas cosas me gustaron de una pero, en general, sentí que el Weiland solista había perdido algo, algo importante, en estos diez años. Casi cuando había decidido bajar los brazos y por lo tanto no escribir nada sobre Happy..., volví a escucharlo con calma, sin prisa, sin ansiedad, en plan comprensivo y buena onda, tratando de disfrutar en vez de calificar. Aun pienso que en términos generales, el disco es irregular y su versión de lujo cae en el exceso y en la redundancia (lo mismo que pensaba el bueno de George Martin cuando, apelando a la razón y sin conocer lo que deparaba el futuro, les sugirió a los Beatles que el álbum blanco no fuera un disco doble), pero también creo, estoy seguro, de que Happy... tiene no sólo algunas de las mejores canciones que Weiland traerá al mundo, sino también algunas de las mejores canciones que hayan existido jamás.
Si nos portamos rigurosos, Scott Weiland debería estar muerto. Sus recuperaciones y recaídas en las drogas deberían haberlo acabado hace años. Weiland ha estado preso, interno y ha tenido que abandonar los escenarios para ser tratado por médicos o para pincharse quién sabe dónde y con quién sabe quién (se supone que fueron Gilby Haynes y Paul Leary, fundadores de la banda Butthole Surfers, los que le presentaron a Weiland la heroína durante una gira en 1993). Aun así, sigue cantando, componiendo y haciendo discos valientes que no le temen al fracaso y, lo más importante, que lo mantienen con vida.
5 comentarios:
Personalmente Stone Temple Pilots fueron mi banda favorita durante mi adolescencia. Indiscutiblemente a la sombra de los llamados 4 grandes del grunge, ellos optaron por no oír críticas y seguir adelante. Disco a disco mostraron que distaban de ser una copia de Pearl Jam como los acusaban durante la época Core. Fueron descubriendo su verdadero sonido durante Purple y en Tiny Music se desmarcan con un album sin comparación.
Después de este vínculo casi sacramental con la música que definió mi adolescencia por azar un amigo mío consiguió 12 Bar Blues. Simplemente espectacular, experimental. Mi corazón está con Lady your roof brings me down (el mood circense de la canción merece todos los reconocimientos) y Divider (una melodía tan triste como adictiva).
Hoy que preparo mis vacaciones al "Imperio" como llama mi mejor amigo a USA iba con la consigna de comprar HiG aunque no he leído las mejores críticas. Porque no me interesan las críticas, porque lo mío con Weiland es de cariño.
Este sin duda, junto a tu post de Cohen ha sido de los que me han tocado fibra porque en sus diferencias me definen.
Tiriel,
12BB me marcó y sí, tienes toda la razón, LYRBMD y D son dos d las mejores canciones del disco.
ayer, también, vi BB en el cine. me habían advertido q era muy mala, floja, cursi. creo q los fans d DF esperaban algo más dark, más denso... no c. lo q sí c es q a mi me conmivió y me divirtió cantidades. Hollywood puro y duro. es cierto q es complaciente y q fue hecha para ganar OscaRes, pero q' chu... me dejó con una sonrisa en la cara q todavía no c me va.
eso,
disfruta tus vacaciones en USA y compra HiG. no t arrepentirás.
cheers
Wn, la raja tu blog, va a favoritos, Slds, m...
A mí no me disgustó el disco... Especialmente las diez primeras canciones me emocionaron mucho. Ahora, hay que ver que es lo único que podemos tener de música nueva de weiland hasta que los STP puedan grabar de nuevo...
Yo, estigmatizado por el membrete tercermundista de nuestro andino país, presumía que personajes como este, demasiado gringo y vanidoso, quedaba fuera de nuestras autóctonas tendencias de ídolos o "rock star". Sin tomar en cuenta que lo poco que llegó de STP a través de MTV (antes que MTV killed the Radio Star)fueron contadas canciones de su primer disco y que seguramente sea el mejor. Me alegra equivocarme y encontrar otros hijos de esta tierra, que por esos tiempos esperaban despiertos en la madrugada frente al televisor, encontrarse, muy probablemente, con el video de Plush...
disco en proceso de download... ya que lastimosamente no somos tan primer mundistas como quisiera, para encontrar ese disco en la estantería de alguna tienda local de discos...
www.malditopayaso.blogspot.com
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