1.08.2010

New Orleans 4


Hoy conocí la casa en la que William Faulkner escribió sus primeras novelas, Soldiers’ Pay y Mosquitoes, publicadas en 1926 y 1927 respectivamente. Es un edificio estrecho de tres pisos, en el número 624 del Pirate’s Alley, cerca de la catedral en la que se supone el escritor compraba licor a un joven sacerdote de la época. Faulkner, que luego de una noche de juerga solía desayunar donas que remojaba en whisky, compartió el ático del edificio con el artista plástico William Spratling durante un año, de 1925 a 1926. Cuando recibió un adelanto por las esperadas regalías de Mosquitoes, Faulkner regresó a New Orleans y dio una gran fiesta en el Galatoire’s, donde divina y coincidencialmente cené la última noche del 2009. Actualmente, una librería llamada, cómo no, Faulkner House Books, funciona en el primer piso. No hay demasiados libros pero algo sentí al entrar, algo que se volvió fuerte cuando vi, al fondo, una foto de Ernest Hemingway autografiada, justo arriba de un poema llamado The Eyes, firmado por Tennessee Williams. Y mientras me llenaba de valor para volver al frío y la lluvia del French Quarter pensé: ya extraño esta ciudad.


He llegado a la mitad del viaje. Próxima parada: Seattle, WA. Voy a atravesar este país de costa a costa, por aire, para conocer la ciudad donde nació Jimi Hendrix y donde el Grunge tuvo mucho más que quince minutos de fama. El dinero empieza a faltar así que mejor moverse a la casa de un amigo porque una vez que el problema techo está solucionado todo es más fácil, mucho más fácil. Hoy me robé unos croissants gordos del desayuno y con eso aguanté todo el día y me sentí, no sé, como más joven o por lo menos un poco más joven. Mañana-hoy viernes es mi último día completo en NOLA y tengo planeado un tour literario que saqué de un librito maravilloso llamado Literary Levees of New Orleans, escrito por Alan Brown, un tipo admirable que se dio el trabajo de localizar, con santo y seña, dónde vivieron, escribieron, comieron, bebieron y bailaron Faulkner, Williams, Capote y Rice, entre otros y otras. Gracias al libro de Brown, que tiene apenas 74 páginas (con letra de biblia, eso sí) sé que William Burroughs y su esposa Joan vivieron del otro lado del Mississippi, en Algiers, LA, que Kerouac vino a visitarlo en 1949 (una versión del viaje es la que quedó en On The Road) para contarle que no tenía editorial y pedirle prestado algo de dinero. Burroughs, que por entonces vendía heroína para poder consumir heroína, no le hizo el menor caso y lo despachó sin pena ni gloria. Así, sin un centavo pero con la frente en alto, se fue de NOLA uno de sus hijos naturales: Truman Capote. Una vez que se le acabó el dinero con el que alquilaba un cuarto en el que escribió parte de Other Voices, Other Rooms, y que el intento por vender sus pinturas en Jackson Square (a.k.a. Plaza de Armas, a escasos metros de donde escribo esto) fracasó miserablemente, Capote cogió sus cosas y se largó para New York y, bueno, todos sabemos cómo termina esa gran historia.


Pero no todo son escritores muertos y pretenciosa nostalgia. Hace unos días pasó algo que, a estas alturas del partido, no puede ser nada menos que gracioso. Mientras trataba de encontrar el 1660 de Annunciation St., donde funciona un hostal para estudiantes-mochileros en el que se consiguen camas por $17,oo la noche, vi a Nicolas Cage entrar al Cochon: Cajun Southern Cooking, en Tchoupitoulas y Andrew Higgins St. Sí, Nicolas Cage, lo juro. Bajó de un 4x4 inmenso, blanco y de vidrios oscuros. Iba con una niña, una chica que parecía la niñera de la pequeña y dos adolescentes medio metaleros-góticos, él y ella, entrados en carnes y con la clásica cara de la vida me apesta. Me paré a unos metros y sí, claro, me dije oe, aguanta, ¿ese no es…?, a ver, no me jodas, ¿en serio? Y sí, sí era. Tal cual. Un poco más flaco que de costumbre y con candado. Por un momento pensé en acercarme y decirle sin importar lo que el mundo piense de ti yo te admiro, loco, me has dado grandes momentos y hasta apareces, ¡dos veces!, en una novela que escribí. Pero me aguanté. Habría sido de pésimo gusto.


7 comentarios:

Paul dijo...

A mi me vale un pepino si hubiera parecido o no de mal gusto, yo llego a tener cerca un ídolo mío y me acerco y lo saludo aunque quede de lo más desubicado.

Que cool viaje loco!

Kros dijo...

Ja te voy a contar lo que me paso ami con John Malcovich cuando estuvo en Quito-Ecuador..........

Recuerdo que hacen algunos años vino a grabar su película pasos de baile con Javier Bardem (se pone medio interesante no) e hicieron unas escenas de a película en mi barrio querido donde me crie La Loma Grande y en otro creo que es San Sebastian pero el sector se la conoce como la Barahona.

Bueno fueron a La Loma buscanddo gente de ahi del barrio para hecer de extras y mi madre se hizo amiga de uno de los manes que estaba coordinando creo que es de apellido Aguirre buena onda el man y consiguio que nos incluyeran junto con mi hermano y a mi, realmente la paga era poquisisma pero bueno la ilusión de salir en la pelí y verle al Bardem de cerca.

La cuestion fue que mi madre salio con mi hermano juntos en una scena en la iban en un bus y yo tenía que ir a las 11 de la noche con otras personas al sector de la Barahona donde se iba a grabar el atentado del teatro.

Cuando llegue se empezaron hacer las escenas una y otra y otra y otra vez hasta que me mame de estar parado en una parte de la plaza haciendo de borracho junto con dos señoras que tenían el dignisimo papel de hacer de prostis y me fui a dar una vuelta ya que pararon la grabación para darnos algo de comer.

Cuando me estaba paseando por los vehiculos de la filamción me quede un rato viéndolos cuando de repente de una de las puertas salió John Malcovich.......yo solo me quede helado atine a alzarle la mano tímidamente alzar las cejas y decir Hi a lo que el señor sonrió y me dijo Hi........y se fue a cenar en un lugar solo para los actores y el equipo de filmación ellos tenían un buffet.....nosotros arroz relleno jajaja. Realmente fue una experiencia super plena vi a Bardem en la escena únicamente a algunos metros de donde yo estaba, pero el gesto que tuvo Malcovich de haberme saludado y no darse de divo me lleno aunque parezca una tontería. Y asi es como conocí a John Malcovich ja.......Quieres ser John Malcovich???? No quiero seguir siendo Kros y punto.

Saludos

Danielo dijo...

si te quedaste con ganas de ver a Nick Cage más tiempo checa esto.

http://niccageaseveryone.blogspot.com

Anónimo dijo...

JFA, eres gay?

Juan Fernando Andrade dijo...

T,

tal vez para la prox. esta vez fue lo q fue.


K,

enjoy the little things, como bien dicen en Zombieland.

D,

gracias x el link! super divertido, loco.


A,

no. tu?


saludos

Juan "Oh La La" dijo...

Qué buen viaje te estás pegando. Da mucha ilusión, conocer por donde estuvieron idolos como Capote y Burroughs...

Diviertete, y espero no te estés congelando como lo estamos por acá.

Juan (alias "oh la la")

Douglas dijo...

Se encontraba ahí el burdel donde el viejo creía haber encontrado la atmósfera perfecta para escribir (por lo de jerga de noche y paz de día)?

Hace tiempo planeo un viaje relacionado con el viejo, un poco más al norte, donde los descendientes de los Snopes y los Compson.

Buen viaje. Salud.