8.24.2010

El dato Cucurto


Washington Cucurto es un personaje creado por el escritor argentino Santiago Vega. No, al revés, Santiago Vega es un escritor inventado por un personaje llamado Washington Cucurto. Como si Charles Dickens hubiese firmado sus obras bajo el nombre de Oliver Twist, o a Sir Arthur Conan Doyle se le hubiese dado por presentarse ante la gente diciendo hola, me llamo Sherlock Holmes.

Cucurto, el personaje, es un cumbiastar dominicano lleno de vicios, mezcla de Héctor Lavoe y Jim Morrison, el tipo de Ídolo que hace esperar a su público por horas mientras acaricia adolescentes o se da de puños con la policía. Cucurto, el personaje-músico, es el más grande, la razón de vivir y de bailar para los paraguayos, dominicanos y bolivianos que emigraron a Buenos Aires en los noventa. Cucurto, el escritor, viene de ahí, del arrabal urbano marginal porteño, de cuchillos y cartoneros ambulantes. En su mundo no hay shows de Tango con cena incluida, Babasónicos o Pampita. Tal vez Cucurto sea la versión que Irvine Welsh pudiera escribir de Ciudad de Dios. Sus líneas son crudas, directas, toscas y hasta románticas: sentir que la única esperanza es una cerveza, salir de casa y despertar en una vereda con la cabeza rota.

No sé en qué momento Santiago Vega decidió ser Washington Cucurto y firmar (¿vivir?) sus libros con ese nombre, pero es cierto que parecen dos personas totalmente distintas. Cucurto, el escritor, es uno de los fundadores de Eloísa Cartonera, una editorial súper indie que hace libros con lo que otros llaman basura (existen proyectos similares en otros países de Latinoamérica), los arman a mano, desde la cocida hasta la portada, y los venden muy baratos en provincias y barrios donde no hay librerías. Libros de autores de la periferia intelectual argentina, libros de Borges, el recién desaparecido Fogwill y Tomás Eloy Martínez, libros que sólo se publican en su país de origen o que dejaron de circular (no por eso de leerse) hace años.

Cucurto, la persona, ha escogido una doble identidad y es uno de los pocos que ha logrado salirse con la suya. Es un escritor insobornable, que en su novela corta Cosa de Negros tiñe de sangre y trompetas un vínculo aparentemente imposible entre la cumbia y el gobierno argentino. Es la persona que incluyó la lectura en un mundo cuyos personajes estaban tan ocupados en sobrevivir que jamás pensaron en leer y salvarse.



Con súper chop de Condorina helada yo soy Gardel, buen mozo. Cuando levanto mi chop y me lo llevo a la boca, el mundo se detiene. Con mi súper chop en la mano yo cruzo la Cordillera.

Yo le di la idea, yo le tiré la mejor, pero después me despachó; cuando el dinero entra y el negocio crece, no hay para dos. El dinero, como la mujer, nunca se comparte. Uno patronea y el otro sirvientea. Como no me daba me fui. Él su junto con otros paraguayos con guita y agigantó todo. Entre paisanos, connacionales, compadres, todo va mejor. La nacionalidad te mata, curepí.

La fuerza de la cumbia no tiene paralelos ni parentelas. Única. Inimitable. Cascabel. Agradezco infinitamente no haber nacido en Yugoslavia, Holanda, Francia, Grecia. En esos lugares no existe la cumbia. Soy cata. En cada cata late la cumbia y vive César Vallejo. Cada vez que vean un cata, verán al engreído, al cumbiantero, al borracho imparable; yo sacaría a este turco ruin, truhán, y pondría de presidente a un borracho; un curda es insobornable, incorruptible, un borracho es un descenso al interior de nuestro ser, es la transparencia del alma, la verdad absoluta. ¿No dice el dicho acaso: “un borracho siempre dice la verdad”? ¿Qué político, qué dirigente conoce usted que esté a la altura de eso?

Le doy dos soberanas patadas más, justo en el cerebro salido, al aire libre, para que se componga en su lugar. No hay caso, el cerebro no entra más, así que lo arranco con los dedos y lo saco del todo. Lo tengo todo enterito colgando en mi mano, es chiquito como una paloma, sangra a borbotones, sangre a canilla libre. Se lo muerdo y en su lugar pondría un título fotocopiado de abogacía, o mejor no, mejor uno de medicina. “Gorda: te declaro doctora, así te sacas este crío de encima”, le digo. Me duermo parado. La gente comienza a correr, a gritar.

“Cogeme, negro, cogeme”, venía gritando la adolescente bailarina de cumbia. ¡Qué grandote y fuerte! Dame con todo, sacudime la persiana, enterrámela hasta el fondo, enjuagame el duodeno”.

¡El amor es mezquino, nos entregamos a una y dejamos a todos!

Trago pijas, pero no como vidrio. Lo mío es vocación.

“¡Esto es una mujer, las demás son fotocopias!”

“Nosotros lo decimos de envidia, porque nunca vamos a tener una mina como vos a nuestro lado. Porque somos borrachos, feos, machistas, y les pegamos a las mujeres”

¡500 años cumplimos todos! Pobres y ricos, argentinos y paraguayos, coreanos y dominicanos. Tanos y gallegos, turcos y árabes. ¡Rincón del litoral, palacio de la cumbia paraguaya, casa de todos ustedes, no podía quedar afuera de la fiesta!... Por tal razón ha contratado a la estrella más cara del mundo para que cante esta noche. Estoy hablando, sí, del más grande músico en lengua castellana. ¡Es-pe-cial-men-te… llegado de la República Dominicana… ¡La isla de la música mundial! ¡Con su orquesta especial de tragavergas! ¡Como el mismo las ha definido cariñosamente!... Y como toda estrella se hace esperar… acá estamos esperándolo… A nuestro ídolo ¡El majestuoso! ¡El insuperable! ¡El más premiadísimo! El morochazo bonitón del Caribe! ¡El Magnífico Sofocador de la Cumbia, Washington Cucurto!


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Está buenísimo Cucurto, pero que me dices de las influencias? De una suena a Macedonio, luego muy presente están Copi (muy pero muy presente) y por supuesto Aira. A ver cuando nos tomamos una Condorina.
Un abrazooo, Esteban

Juan Fernando Andrade dijo...

Este Ban,

sólo un académico consumado como tú puede tener tan claras las influencias del ininfluenciable Cucurto. sí, claro, trataré d poner bibliografía en futuras entradas, jajajaja.

nos tomamos la Condorina cuando salga el librito aquel, a fines d año.

abrazo

Kros dijo...

No lo he leído, acabo de leer el "Orígen de la tristeza" y estoy empezando con la "ley de la ferocidad" ambos de Pablo Ramos (no se si conoces su obra), super recomendable, igual un relato crudo de los barrios bajos de argentina..... Los consegui en una de las isla de la campaña de lectura Eugenio Espejo, lo más increible el precio, las 2 obras originales en 10 dólares publicados por su casa Alfaguara.....pilas buscando buscando ahi en los kioskitos que les digo se encuentran buenos libros y a buenos precios.

Un abrazo dj HD

Kros

Anónimo dijo...

Hay que estar en el lugar adecuado, haciendo lo adecuado en el momento adecuado. Eso es lo que le pasa a Cucurto. En otro lado, en otra época, su obra habría sido considerada basuraordinaria. Pero ahora hay una movida cumbiera que resulta atractiva para mucha gente y Cucurto la pegó justo.