No es muy difícil de explicar. Las cosas
verdaderas no suelen ser difíciles de explicar. Quizás ni siquiera haga falta hacer
esto, explicar por qué lo seguimos haciendo: si estuviste ahí, saltando entre
la gente, cantando entre la gente, si en algún momento del concierto tuviste la
eternidad entre las manos y nada más te importó porque nada más existía, sabes
perfectamente de lo que hablamos. Y ésta, después de todo, no es una
explicación ni una rendición de cuentas. Quiero pensar que es una celebración.
Han pasado cuatro días desde el concierto y lo que siento ahora es el bajón que
le sigue a la euforia, una especie de caída en cámara lenta en la que mucho me
temo que no vuelva a sentirme así, como me sentí esa noche. Hay gente que
prolonga la euforia de un show con botellas y pastillas y personas a las que no
conoce, lo sé porque yo también lo he hecho y sólo puedo decir que aunque esa felicidad
artificial no es del todo falsa y contenga en su engaño al placer, el desarme
que te espera del lado oscuro de la luna no es premio suficiente como para
darle la vuelta a pie. Quisiera volver al escenario y tocar un par de canciones
más, no muchas, tres o cuatro, las necesarias para luego caer desmayado, inconsciente,
débil en los brazos de los ángeles que cuidan a los que no sabemos cuidarnos
por nosotros mismos: caer en un sueño largo y tranquilo que me devuelva de las
profundidades de la oscuridad a la superficie de otro concierto, así, sin darme
cuenta. Tom Petty decía que cuando uno arma su banda lo único que quiere es
conseguir tocadas, y que después, cuando no puede aguantar el ritmo de las
giras, lo único que quiere es que esas tocadas se acaben para poder irse a su
casa a ver televisión y dormir (el gran Petty se lesionó la cadera durante su
última gira y mezcló tantos medicamentos para el dolor que acabó con su vida,
acaso honrando sus palabras). A nosotros nunca nos ha pasado nada similar,
nunca han sido tantas las tocadas como para decir no quiero volver a hacer esto nunca más en mi vida, al contrario,
siempre nos quedamos con ganas de más, de trepar las cosas al carro y seguir
camino, de acomodarnos en un bus, de dormir en una van o en un hotel o en la
casa de un buen samaritano, de subir a un avión. Supongo que ésta es la
bendición de las bandas que no se embarcan cada fin de semana en una gira
mundial, sentir todavía que no podemos cubrir el horizonte con la mirada, que cada
concierto tiene que ser el mejor porque
no sabremos si habrá otro ya sea pronto o después de mucho tiempo, que ese gran
concierto, el mejor, aún se nos escapa de las manos, que no hemos llegado a ese
momento, a ese abrazo con la victoria, en el que sintamos que todo estuvo en su
lugar y que las cosas salieron tal como estaban descritas en el mapa de los
astros. Siempre he creído que tocar con el corazón es mucho más importante que
tocar con el cerebro, que si uno lo entrega todo, todo, se llevará, al final, todo de vuelta, y que esa es la única
forma de crear un poco de la belleza que tanto necesitamos. Pero aún así sueño
con el concierto perfecto, en el que te todos los elementos confluyan, en el
que las olas del mar por el que navegamos se alineen como en una libreta de
apuntes, en el que sienta que tocamos bien pero también sepa que tocamos bien, que caímos donde teníamos que caer y que
caímos parados. Por eso, entre otras cosas, lo seguimos haciendo, lo seguimos
intentando, porque, como bien dice El Guasón, perseguir la rueda es más
divertido que atraparla, porque aún no hemos llegado donde queríamos llegar
cuando partimos con todo este asunto y porque ahora que lo pienso la verdad es
que no queremos llegar ahí, la verdad es que queremos seguir gritando, la
verdad es que cada vez que subimos a un escenario volvemos a nacer y nos cae
encima una piel nueva y dorada, la verdad es que no tenemos mucha idea de lo
que vaya a pasar pero eso no nos preocupa porque nadie sabe lo que va a pasar:
esta vida que nos ha tocado, en esta esquina solitaria y flotante del universo,
no tendría mucho sentido si conociéramos de antemano todos sus giros. Por eso
lo seguimos haciendo: porque no sabemos lo que estamos haciendo, porque no
queremos saberlo, porque sólo haciéndolo podemos seguir haciéndolo, porque
hacerlo es todo lo que queremos hacer.
6 comentarios:
...al final todos somos pescados.
buena es bro adelante el rock n roll
No pude asistir por diversos motivos, espero ser parte de aquella euforia en la próxima tocada...
Suerte y rocanrol!
Bien Juan adelante,siempre!
GRACIAS a todos!
loco me identifico totalmente con tus palabras, permíteme copiarlas ...
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