11.10.2009

Si funciona, dale con todo


Boris Yellnikoff, como lo han hecho todos o casi todos los personajes de Woody Allen, mira a cámara y se pregunta si vale la pena vivir. Él dice que es un genio, que estuvo nominado al Nobel de física y que por eso mismo, porque su inteligencia está muy por encima del promedio, está condenado a una vida agria y miserable. Boris es un cabrón. El tipo de persona que tras un ataque de pánico, provocado por la súbita revelación de que algún día dejará de existir, decide lanzarse por la ventana y, para su mala suerte, no muere en el acto sino que apenas queda cojo y divorciado. Ya lo dijo Borges refiriéndose al final perfecto para algún cuento: el peor castigo es seguir viviendo. Pero la vida, o el trozo de vida de Boris Yellnikoff que se nos ha permitido, no es un cuento de Borges sino una comedia de Woody Allen y por lo tanto vivir no es un castigo sino, a lo mucho, una circunstancia que hay que saber llevar.


Esta vez el alter ego de Mr. Allen es un viejo conocido: Larry David, escritor de SNL a mediados de los ochenta, co-creador de Seinfeld (George Costanza, se sabe, está basado en él), amo y señor de Curb Your Enthusiasm y viejo amargado profesional. David, en roles secundarios pero no intrascendentes, apareció ya en dos películas de Allen, fue el vecino comunista en la maravillosa Radio Days (1987) y el administrador del teatro donde desaparece la madre del buen Sheldon en Oedipus Wrecks (1989). Ahora Larry David es el clásico personaje de Woody Allen y no lo hace mal, nada mal. Aunque claro, conociéndolo como lo conocemos, uno se da cuenta de que David no está actuando mucho que digamos (aunque las bromas de Yellnikoff sean más ilustradas que las de David y su ropero mucho menos surtido) y que, para variar, grita demasiado y utiliza los mismos cuatro o cinco gestos para graficar todas sus emociones. Nada de esto, sin embargo, importa demasiado. Whatever Works, más que una película propiamente dicha, es una escusa para que Woody Allen pueda decirnos lo mismo que nos viene diciendo desde hace cuarenta años: la vida apesta pero es lo único que tenemos y hay que hacer lo posible, todo lo posible, por disfrutar nuestro camino hacia la tumba. Ahora bien, Woody no es el mismo de hace cuatro décadas y en Whatever Works hay un elemento cómico-senil difícil de esconder pero fácil de querer porque, después de todo, en cada película de Woody Allen está uno de los mejores momentos de Woody Allen. Sobre todo si tomamos en cuenta que es Evan Rachel Wood, que sorprendió desde Thirteen y estuvo a la altura de Mickey Rourke en The Wrestler, la joven de ciudad chica que llega a New York y cae en las garras y en las neuronas de Yellnikoff. Y que Patricia Clarkson pasa de ser una mujer creyente que se viste en tonos pasteles, a una pintora exitosa que comparte su cama y su vida con dos hombres al mismo tiempo. Así es, ése es el truco: si funciona, si te funciona y te hace feliz, dale con todo.


That's why I can't say enough times, whatever love you can get and give, whatever happiness you can filch or provide, every temporary measure of grace, whatever works, dice Boris Yellnikoff, y aunque suene medio cursi y refrito, el candidato al Nobel de física tiene un punto, un excelente punto. Pero su mejor frase, su máxima, es otra: I'm the only one that sees the whole picture. That's what they mean by genius. Eso. Verlo todo. O, por lo menos, intentar.



3 comentarios:

Fanzines Ecuatorianos dijo...

Hemos llegado.

The T dijo...

Woody Allen, un genio con cuyos filmes no comulgo mucho pero que en ocasion he disfrutado. Larry David, un genio (en otro mundo) cuya mas celebre serie me la se de memoria completita... Ambos paranoicos, obsesivos, en general, caso de estudio... Vale verles en equipo...

Juan Fernando Andrade dijo...

FE,

toda la suerte para uds!!

TT,

soy fan d WA y muchas veces prefiero una mala película de él a una buena d algún otro. y, claro, LD fucking rules!!

saludos