Todo lo que dicen es verdad: Freedom es el tipo de novela que interrumpe tu vida con su aullido. Dejas de trabajar, dejas de contestar el teléfono, dejas de comer y de bañarte si es preciso. Se lo cuentas a tus amigos, tratas de venderla como sea y llegas a la conclusión de que cualquier cosa que no sea leer es una pérdida de valioso tiempo de lectura. Si el escándalo farandulero-literario que siguió a su publicación sirvió para que miles de personas la leyeran, pues benditos sean el morbo y el chisme. Confieso que la compré en un acto snob de novelería, pero la leí con pasión, con entrega, y llegué al final con esa extraña mezcla de felicidad e infinita tristeza que producen los libros que te atraviesan.
Gracias a Ivonne Guzmán pude despachar algo –breve, general, pero algo– para El Comercio sobre la cuarta novela de Jonathan Franzen, un escritor que tiene fama de egocéntrico y antipático (incluso cuando aparece en Los Simpsons), pero que se ha dado maneras y tiempo para traducir el mundo que lo rodea.
Jonathan Franzen Vs. El Mundo
Por Juan Fernando Andrade
Que Mark Zuckerberg, el polémico creador de Facebook, haya sido la “Persona del año” 2010 según la revista Time, no sorprendió a nadie. La verdadera confusión sucedió cuatro meses antes, el 23 de agosto, cuando el escritor estadounidense Jonathan Franzen (1959) apareció en la portada de la misma revista sosteniendo sobre su hombro izquierdo las palabras “Gran novelista americano”.
Lo más simbólico en la decisión editorial de Time, que trajo consigo reclamos varios y hasta un levantamiento feminista-literario, es que Freedom, la novela que le concedió el título nobiliario a Franzen, trata de hacer lo mismo que quiso hacer la revista al ponerlo en su tapa: prender la sirena y manejar hasta que todos estemos despiertos y alertas. A través de la familia Berglund (sus miembros, sus amigos, sus amores) entramos a una historia que no podría ser la nuestra, pero casi. El gran tema de esta familia, y de este libro, es el mundo que les (nos) tocó vivir en los Estados Unidos post 9/11: la moral dividida entre demócratas y republicanos, la devastadora gestión de George W. Bush, la esperanza ciega en Obama, el poder de convocatoria de las redes sociales, la posible influencia de estrellas de rock inconscientes en la conciencia colectiva, la sobrepoblación, la lucha ecológica más allá de la moda y la pose, la diferencia entre un mensaje de texto y una frase en el BlackBerry Messenger, y cómo a pesar de vivir conectados la verdad es que ni idea.
Alumbrado por la estructura de una novela rusa del siglo XIX (o de una serie de televisión norteamericana del siglo XXI), y el ritmo de un buen chisme contado en la cocina después de la cena, Franzen nos guía dentro de la casa de los Berglund y nos muestra sus habitaciones hasta que ya no hay nada más para mostrar, hasta que sus personajes se han convertido en personas y nos importan tanto como nuestra propia familia. Si quisiera, Freedom podría liberarnos, pero ese no es su problema. La novela toma lo que pasó hace cinco minutos, lo que aún está pasando, y lo vuelve historia sólida, no retornable. Este libro no nos identifica ni nos une, nos define.
Gracias a Ivonne Guzmán pude despachar algo –breve, general, pero algo– para El Comercio sobre la cuarta novela de Jonathan Franzen, un escritor que tiene fama de egocéntrico y antipático (incluso cuando aparece en Los Simpsons), pero que se ha dado maneras y tiempo para traducir el mundo que lo rodea.
Jonathan Franzen Vs. El Mundo
Por Juan Fernando Andrade
Que Mark Zuckerberg, el polémico creador de Facebook, haya sido la “Persona del año” 2010 según la revista Time, no sorprendió a nadie. La verdadera confusión sucedió cuatro meses antes, el 23 de agosto, cuando el escritor estadounidense Jonathan Franzen (1959) apareció en la portada de la misma revista sosteniendo sobre su hombro izquierdo las palabras “Gran novelista americano”.
Lo más simbólico en la decisión editorial de Time, que trajo consigo reclamos varios y hasta un levantamiento feminista-literario, es que Freedom, la novela que le concedió el título nobiliario a Franzen, trata de hacer lo mismo que quiso hacer la revista al ponerlo en su tapa: prender la sirena y manejar hasta que todos estemos despiertos y alertas. A través de la familia Berglund (sus miembros, sus amigos, sus amores) entramos a una historia que no podría ser la nuestra, pero casi. El gran tema de esta familia, y de este libro, es el mundo que les (nos) tocó vivir en los Estados Unidos post 9/11: la moral dividida entre demócratas y republicanos, la devastadora gestión de George W. Bush, la esperanza ciega en Obama, el poder de convocatoria de las redes sociales, la posible influencia de estrellas de rock inconscientes en la conciencia colectiva, la sobrepoblación, la lucha ecológica más allá de la moda y la pose, la diferencia entre un mensaje de texto y una frase en el BlackBerry Messenger, y cómo a pesar de vivir conectados la verdad es que ni idea.
Alumbrado por la estructura de una novela rusa del siglo XIX (o de una serie de televisión norteamericana del siglo XXI), y el ritmo de un buen chisme contado en la cocina después de la cena, Franzen nos guía dentro de la casa de los Berglund y nos muestra sus habitaciones hasta que ya no hay nada más para mostrar, hasta que sus personajes se han convertido en personas y nos importan tanto como nuestra propia familia. Si quisiera, Freedom podría liberarnos, pero ese no es su problema. La novela toma lo que pasó hace cinco minutos, lo que aún está pasando, y lo vuelve historia sólida, no retornable. Este libro no nos identifica ni nos une, nos define.
(El Comercio, 27/02/11)
4 comentarios:
He leido tantas buenas cosas de este libro por acá donde vivo (USA) y ahora leo de él en una fuente ecuatoriana... No queda más que adquirirlo. Buena Mr Fish
The T,
ya lo conseguiste? no pude dejar d leerlo!
donde lo conseguiste??
lo pedí x amazon. no c si ya hay traducción al español, peros eguro vendrá más temprano q tarde.
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