El personal de Plan Arteria nos pidió que contáramos cómo se hicieron las canciones de nuestro tercer álbum, Por la boca muere el Pez, para inaugurar una nueva sección dedicada a la carpintería detrás de la música. Lo haremos en entregas semanales, track por track, que empiezan de la siguiente manera...
1. Normal
La
primera canción del disco fue la última en componerse. Si no me equivoco salió
de uno de esos temas que nunca acaban de cuajar, mucho más largo y ambicioso,
que tenía la misma estrofa –un poco más lenta–, un final interminable onda
Velvet Underground y el mismo coro. De hecho, lo primero que escribimos fueron
estas tres líneas: ¿Les parece normal / Estar en mi lugar? / Llegar sin avisar.
Nos pareció que sonaba bien, como el camino hacia algo que no sabíamos qué era.
Pasarían meses enteros hasta encontrar la última línea del coro y, a través de
ella, el resto de la letra.
Estábamos
en el apartamento que Nelson alquilaba en Los Ceibos, al norte de Guayaquil, yo
había llegado de Quito casi corriendo, el disco tenía que pasar a mezcla en
unos días y necesitábamos terminar las letras para ayer. La versión final había
quedado más corta, reduciéndose a su mínima expresión y a su máxima potencia, un
tema rocker y guitarrero de esos que Nelson y yo calificamos como “para
escuchar cuando vas en la moto” aunque ninguno de los dos tenga una. Recuerdo
que aterricé con una frase en la cabeza, la de una amiga que me había dicho: lo
peor del amor es que tarde o temprano todo el mundo vale v***a.
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