9.09.2013

Chismes de Oro


El amante uruguayo, el libro de no-ficción del peruano Santiago Roncagliolo, es a la historia de la literatura latinoamericana lo que un programa de prensa rosa es a la farándula actual: gracias a dios por eso. Armado sobre todo con imágenes de archivo, cosas que pasaron o pudieron haber pasado entre 1933 y 1960 aproximadamente, este documental introduce un personaje increíble –por jugoso y por difícil de creer– a la trama que creíamos conocer, un escritor prolífico y desesperado llamado Enrique Amorim.

Como buen programa sobre famosos, el título de este libro miente, pero se redime mostrando harto más de lo que sugiere su portada: una foto en la que Amorin bebe cerveza junto a García Lorca, el amor de su vida. El libro no es una memoria de alcoba sobre el romance entre estos dos sino una biografía de Amorin que aprovecha el contexto para contar lo que pasaba en los alrededores de su vida con la beautifil people de una belle époque de sexo, alcohol y comunismo; de poesía, pintura y farándula existencial.        

Esta vida de Amorim, que más que escribir quería con todas sus fuerzas ser escritor cuando eso significaba viajar para estimular el pensamiento del mundo y tirar con quien se le antojara (qué tiempos aquellos), tiene de personajes secundarios a un Picasso que no sabe cómo complacer al Partido Comunista, a un Neruda desnudo correteando mujeres en la azotea de un edificio, a un Borges que no sabe cómo tratar a las mujeres, a un Chaplin en campaña política y, claro, a un García Lorca convertido en la primera superestrella de las letras españolas, rodeado de groupies entrando por la ventana del baño.

Amorim era uruguayo, millonario y homosexual. Gastó buena parte de su fortuna tratando de comprar los amigos correctos, pero incluso los comunistas que imprimieron revistas para defender la justicia social con su fortuna terminaron dándole la espalda. Quiso convertirse en estrella a toda costa pero su talento no le alcanzó y esa fórmula de  caerle bien a todo el mundo lo llenó de soledad. Publicó más de treinta libros y de paso inventó el marketing literario, pero su mejor historia es la que no pudo contar, la suya, la que ahora nos pertenece.   

(El Comercio)

 

1 comentario:

Francesco Sinibaldi dijo...

In a fine time.

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Francesco Sinibaldi