Nick acaricia el
pelo de su esposa Amy. ¿Por qué eres tan
maravilloso conmigo?, pregunta ella, asombrada. Nick no necesita elaborar
una respuesta, sabe perfectamente lo que va a decir y responde enseguida. Porque me das lástima… cada mañana tienes
que despertarte y ser tú. Aunque no los vemos, sabemos que se están
mirando. Eso es lo que queremos, que se miren, que sonrían, incluso que se
besen. Después de 500 páginas, nos lo hemos ganado, es la recompensa que
merecemos por estar tan perdidos como ellos.
Perdida, el thriller de Gillian Flynn (Kansas City, 1971), puede obligarte a hacer cosas que resultan asombrosas en este siglo, olvidar a propósito el cargador del Smartphone o hasta salirse de la zona Wi-Fi y resistir la tentación de twittear líneas como estas: Un montón de gente carece de ese don: el de saber cuándo desaparecer de la puta vista, o Cuanto mayor la mentira, más fácil de creer, o también Somos un prolongado y aterrador clímax. Nick y Amy son adictivos, radioactivos y contaminantes, imaginen a Bonnie & Clyde matándose a tiros mientras José José canta Amor como el nuestro no hay dos en la vida, acompañado por Nine Inch Nails.
Perdida, el thriller de Gillian Flynn (Kansas City, 1971), puede obligarte a hacer cosas que resultan asombrosas en este siglo, olvidar a propósito el cargador del Smartphone o hasta salirse de la zona Wi-Fi y resistir la tentación de twittear líneas como estas: Un montón de gente carece de ese don: el de saber cuándo desaparecer de la puta vista, o Cuanto mayor la mentira, más fácil de creer, o también Somos un prolongado y aterrador clímax. Nick y Amy son adictivos, radioactivos y contaminantes, imaginen a Bonnie & Clyde matándose a tiros mientras José José canta Amor como el nuestro no hay dos en la vida, acompañado por Nine Inch Nails.
El día en que la
pareja cumple su quinto aniversario de matrimonio, Amy desaparece dejando un rastro
que brilla en la oscuridad: una mancha de sangre que fue trapeada poco después
de haberse derramado, los muebles de la sala orquestados para delatar un falso
robo, y una serie de pistas que conducen a un solo culpable, Nick. En estos,
los días de la inmediatez, el caso se vuelve un aparato mediático en cuestión
de minutos y mientras el público lamenta la pérdida de una mujer asombrosa –literalmente,
ya lo verán– condena a un hombre a la hoguera y pide su cabeza en una funda de
basura. Los detalles, escabrosos, románticos y enfermos, se van revelando
durante capítulos en que Nick y Amy alternan el turno del narrador como testigos
en un juicio por homicidio. Así descubrimos que ella tiene un pasado que acaso
justifica y vuelve necesario su indiscutible talento de psicópata; y él, por su
parte, carga con la eterna maldición masculina de los que no quieren crecer ni hacerse
cargo de sus errores ni decir la verdad. Después de todo sí, son el uno para el
otro.
Gillian Flynn, que
ya antes había publicado las también trastornadas novelas Heridas abiertas (2007) y
La llamada del Kill Club (2009), ésta
última favorita de los reseñistas del New
Yorker y libro del año según el Chicago
Tribune, alimenta con Perdida -que dicho sea de paso será también una película de David Fincher con guión de la misma Flynn- su
reputación de autora de best sellers de
primera necesidad, libros que no tardan en superar el prejuicio de la moda y el
éxito en taquilla para entrar, un poco a la fuerza, es cierto, en las casas y
en las mentes de los que no suelen leer best
sellers o por lo menos no en público. Esto, quizás, se deba a que Flynn fue
durante muchos años crítica de televisión y perdió su trabajo por culpa de la
crisis. Es decir que tiene experiencia en el entretenimiento y sed de venganza.
¿Qué
nos hemos hecho el uno al otro? ¿Qué nos haremos?, piensa Nick. Esas preguntas
podrían ser, en este caso, sus votos matrimoniales, mucho más acertados y
aterrizados que aquello de hasta que la
muerte nos separe. En novelas como estas, en hogares como este, la muerte puede
suceder en cualquier momento, la cuestión más bien es tomar la delantera para
alcanzar el puesto de viudo y no de occiso. Mucha gente dice que moriría por
amor, pero la verdad es que a lo mucho están dispuestos a matar.
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