Preparándome para la fiesta del libro, caigo en Loco Afán, libro de crónicas del chileno Pedro Lemebel, sin duda uno de los pesos pesados de este magno evento. Además de chileno, Lemebel es gay, travesti y de izquierda. Sólo por haber sido maricón y comunista, en la era de Pinochet, deberían darle un premio. Yo le daría otro por tener más de cincuenta y seguir usando taco aguja. Loco Afán es no ficción, pero tiene tan buenos acabados, que uno acaba pensando que lo leído es un cuento de hadas que viven de fiesta y mueren de sida en el centro de Santiago.
Lemebel le dedicó el libro a sus amigas, a quienes llama locas o niñas, todas desaparecidas en combate, arrastradas al otro mundo por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Podría decirse que estas crónicas son perfiles o, mejor, pequeñas biografías de seres que existen al margen, un margen total, fuera de la ley de Dios y del hombre, fuera de juego, casi en un universo paralelo. Y están escritas como si fueran chismes, cariñosos recuerdos de un peluquero intelectual.
Por ejemplo, acá el comienzo de La muerte de Madonna.
Fue la primera que se pegó el misterio en el barrio San Camilo. Por aquí, casi todas las travestis están infectadas, pero los clientes vienen igual, parece más les gusta, por eso tiran sin condón.
Ella sola se puso Madonna, antes tenía otro nombre. Pero cuando la vio por la tele se enamoró de la gringa, casi se volvió loca imitándola, copiando sus gestos, su risa, su forma de moverse. La Madonna tenía cara de mapuche, era de Temuco, por eso nosotros la molestábamos, le decíamos Madonna Peñi, Madonna Curilagüe, Madonna Pitrufquén. Pero ella no se enojaba, a lo mejor por eso se tiñó el pelo rubio, rubio, casi blanco. Pero ya el misterio le había debilitado las mechas. Con el agua oxigenada se le quemaron las raíces y el cepillo quedaba lleno de pelos. Se le caía a mechones...
Esto es de El beso a Joan Manuel (Tu boca me sabe a hierba)
... Cuando se ha guardado un beso de fuego para el trovador desde hace veinte años, y se tiene la oportunidad de estamparle la boca coliza en su boca que sabe a hierba. Su boca histórica que cantó por la revolución, por los obreros, los piratas y tanto mal amor perdido. Pero nunca nos dedicó ninguna estrofa, ningún estribillo, como si los maricones no existiéramos, nos exilió del universo poético de su canto. Como si ninguna loca hubiera nadado en el Mediterráneo de su corazón azul. Ninguna mereció levantar el vuelo, gorriona marica en su cielo pardo. Nunca supo entonces del pájaro Lorqui-ano de Federico, destripado por las púas del franquismo...
Aplausos, grande Lemebel, que tuvo algo así como un grupo terrorista cultural llamado Las Yeguas del Apocalipsis, preocupado de sabotear con su homosexualidad zurda actos oficiales de Pinochet. Ahora, Lemebel es famoso, publica en Anagrama, vende mucho y le hacen homenajes por todo el mundo. Bien. Bacán. Lemebel se lo merece. Tiene dinero pero su alma no está en venta.
Para cerrar, algo de Manifiesto (Hablo por mi diferencia)
…Usted no sabe
Cómo cuesta el amor
En estas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
…Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza.
Lemebel le dedicó el libro a sus amigas, a quienes llama locas o niñas, todas desaparecidas en combate, arrastradas al otro mundo por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Podría decirse que estas crónicas son perfiles o, mejor, pequeñas biografías de seres que existen al margen, un margen total, fuera de la ley de Dios y del hombre, fuera de juego, casi en un universo paralelo. Y están escritas como si fueran chismes, cariñosos recuerdos de un peluquero intelectual.
Por ejemplo, acá el comienzo de La muerte de Madonna.
Fue la primera que se pegó el misterio en el barrio San Camilo. Por aquí, casi todas las travestis están infectadas, pero los clientes vienen igual, parece más les gusta, por eso tiran sin condón.
Ella sola se puso Madonna, antes tenía otro nombre. Pero cuando la vio por la tele se enamoró de la gringa, casi se volvió loca imitándola, copiando sus gestos, su risa, su forma de moverse. La Madonna tenía cara de mapuche, era de Temuco, por eso nosotros la molestábamos, le decíamos Madonna Peñi, Madonna Curilagüe, Madonna Pitrufquén. Pero ella no se enojaba, a lo mejor por eso se tiñó el pelo rubio, rubio, casi blanco. Pero ya el misterio le había debilitado las mechas. Con el agua oxigenada se le quemaron las raíces y el cepillo quedaba lleno de pelos. Se le caía a mechones...
Esto es de El beso a Joan Manuel (Tu boca me sabe a hierba)
... Cuando se ha guardado un beso de fuego para el trovador desde hace veinte años, y se tiene la oportunidad de estamparle la boca coliza en su boca que sabe a hierba. Su boca histórica que cantó por la revolución, por los obreros, los piratas y tanto mal amor perdido. Pero nunca nos dedicó ninguna estrofa, ningún estribillo, como si los maricones no existiéramos, nos exilió del universo poético de su canto. Como si ninguna loca hubiera nadado en el Mediterráneo de su corazón azul. Ninguna mereció levantar el vuelo, gorriona marica en su cielo pardo. Nunca supo entonces del pájaro Lorqui-ano de Federico, destripado por las púas del franquismo...
Aplausos, grande Lemebel, que tuvo algo así como un grupo terrorista cultural llamado Las Yeguas del Apocalipsis, preocupado de sabotear con su homosexualidad zurda actos oficiales de Pinochet. Ahora, Lemebel es famoso, publica en Anagrama, vende mucho y le hacen homenajes por todo el mundo. Bien. Bacán. Lemebel se lo merece. Tiene dinero pero su alma no está en venta.
Para cerrar, algo de Manifiesto (Hablo por mi diferencia)
…Usted no sabe
Cómo cuesta el amor
En estas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
…Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza.