Hay películas que no tienen que ser buenas para ser buenas. Mejor dicho, hay películas que siendo más o menos o hasta malas pueden caerte y hacerte bien, reafirmar tus principios y ganarse un espacio en tu vida. A veces, un buen momento, un gran momento, uno de esos momentos en los que un diálogo y un rostro y un director te hablan con la verdad, pesa más que la lógica o la supuesta redondez que debe perseguir una historia. Fuck that. Uno quiere emocionarse y sentir cosas.
Cuando David Chase creó Los
Soprano, allá en 1999, creó también un manual en el que mostraba al hombre de
comienzos del siglo XXI –un hombre trabajador y honrado dentro de lo que cabe
en los negocios ilícitos– cómo ser un adulto resumiendo su existencia en una
sola ocupación: resolver problemas. Los adultos, los grandes, se dedican a
resolver problemas y su vida depende de las formas que se den para resolverlos.
Pues bien, el año pasado, el mismo Chase, ahora con una reputación a cuestas y
un pasado reciente que a sus 68 años resulta poco menos que glorioso, estrenó
una cinta sobre cómo ser joven. Not Fade Away, la historia de un adolescente de clase
media en Nueva Jersey que encuentra una posibilidad para su destino en el rock
and roll de los 60’s, es una lección de valor y sinsentido. Hay un chico que no
sabe quién es ni quién quiere ser, un chico sin chica y sin razones hasta que
una noche, en la pantalla de su televisor blanco y negro, ve a los Rolling
Stones tocando un blues embalado y como si se tratase de una aparición divina,
como si en el set del show de Dean Martin estuviera cantando el mismo Dios que
le habló a Moisés y a Job y a Abraham, ve la luz y decide seguirla. En ese momento,
cuando una canción empuja un destino hacia la gloria o hacia un daño irreparable,
cuando le pide a un joven perdido que deje ser nadie y se convierta en
alguien o muera en el intento, David Chase mete todo lo que es la juventud en
una escena y a uno le dan ganas de empacar la guitarra y hacer dedo en la
carretera, como hace el protagonista hacia el final. Pienso en el poeta Mario
Santiago Papasquiaro: si he de vivir, que sea sin timón y en el delirio.
Si ser adulto es resolver problemas, ser
joven es conseguirlos: cometer errores, ser malcriado con tus viejos, sangrar un
poco y aprender a hacer el amor con una chica linda. Not Fade Away no se
sostiene como un todo, divaga, habla por hablar y se deja confundir por su
propio encanto, pero su moral rockera de filosofía imposible y viaje sin
retorno nunca estará equivocada.
(El Diario)
Pueden ver la peli aquí.